Caseríos como Puerto Conto, la Boba, El Tigre, Buchadó, Vigía del Fuerte, San Antonio de Padua, Bocas de Amé, Tagachí, sólo para nombrar algunos, tienen el agua en las habitaciones, hasta donde llegan las canoas. Los niños no pueden asistir a la escuela ni los jóvenes a los colegios por lo fuerte de la creciente.
Lo grave de la situación es la alimentación, pues no hay manera de proveerse de los productos de la dieta alimenticia propia de los atrateños, ni de leña para el fogón. Así mismo, muchos enseres y electrodomésticos se han dañado. Un dirigente de Cocomacia denuncia la muerte por ahogamiento de cuatro personas en el Atrato.
Desde el 2007 no se presentaba en el medio Atrato una inundación como la actual. Pero a diferencia de aquella, las instituciones estatales encargadas de prevención de emergencias no se han hecho presentes esta vez.
La misma situación invernal y negligencia estatal padece el río San Juan, que atraviesa una de sus peores inundaciones.
Los pobladores de estas cuencas solicitan más compromiso y humanidad del Estado colombiano para que responda de manera inmediata con ayudas de emergencia tanto de alimentación como en las pérdidas de los cultivos.