Skip to main content
Actualidad

En Purricha, Chocó, nadie sabe de un tal General Alzate

By diciembre 31, 1969noviembre 9th, 2024No Comments

Y es que en estas comunidades no hay servicio telefónico, aunque vimos a varios indígenas con el celular en su correa, pero sin señal. Más bien como un adorno que funciona cuando suben a un cerro de difícil acceso después de cruzar el río Purricha y caminar cerca de una hora y, claro, haber mandado a recargar minutos con anterioridad.

Hacer una llamada telefónica, un ejercicio tan fácil en la era de las comunicaciones, es de lo más difícil en estas comunidades. No tanto por subir el cerro, sino por mandar a recargar: Además de conseguir el dinero, que ya es una labor compleja, la mayoría de los hombres están amenazados por los paramilitares que controlan los alrededores de Pizarro (cabecera municipal), situación que los mantiene confinados en sus comunidades; por lo que es a las mujeres a quienes se les delega estos encargos, en conjunto con la compra de los productos básicos para la sobrevivencia.

Uno de los líderes no pudo salir al Congreso de la Asociación OREWA, organización departamental que los representa, a ejercer su derecho de representante indígena, porque no puede pasar por Pizarro. Los médicos tradicionales esconden sus bastones en lo profundo de la selva porque los paramilitares han amenazado que van a matar al que encuentren con esas “cosas” en sus casas.

Pero el asunto no es sólo de conflicto armado. Dos de las comunidades visitadas no tienen escuela. En una de ellas hay más de 80 niños en edad escolar básica y las clases se dan en las casas. En las elecciones pasadas votaron masivamente por Rafael Posso Reyes, quien les prometió la construcción de la escuela. Hoy este mandatario está preso por corrupción y jamás cumplió lo prometido. De manera que la preocupación de los padres y madres de familia es evidente para el 2015.

A esto se suma el no cumplimiento de los acuerdos del plan de retorno que firmaron las instituciones estatales con las comunidades indígenas de Purricha desplazadas en el 2012. Y como si no faltara más, los problemas en las sementeras tienen a estas comunidades comiendo sólo una ración al día. Hay tres animales que les hacen daño permanentemente: la hormiga arriera que se come la hoja de la yuca y la papachina, un cucarrón que se come el corazón de la palma de chontaduro y el coba-coba, una especie de topo que rodea la raíz de la mata de plátano hasta que la tumba para comerse el racimo. Dicen los indígenas que estas plagas se extendieron después de las fumigaciones aéreas de la Policía antinarcóticos.

En salud, la última vez que un médico estatal visitó estas comunidades fue en el año 2011, recuerda un dirigente. Por ello, dentro del programa que desarrolla la Pastoral Indígena hay un componente de salud, que prepara a las mujeres en la prevención, que trabaja con las parteras y los médicos tradicionales y promotores. Asimismo, hay un énfasis en el conocimiento de sus derechos. La parte cultural juega su papel en cuanto a la resistencia en su territorio, y en la recreación de sus prácticas tradicionales.

A nuestra llegada a Quibdó, escuchamos a algunos decir con rabia que con el dinero que se gastó en el show del General, se pudo haber construido un acueducto por gravedad para Quibdó, una ciudad de más de 120 mil habitantes que no tiene agua potable. Otros muestran su enojo con el General porque lo acusan de dañar nuevamente la imagen del Chocó. Las organizaciones insisten en que el gobierno viola el Derecho Internacional Humanitario – DIH, al presupuestar dinero de inversión social a los militares, funciones que deben ser ejercidas por las autoridades civiles…

Pero en Purricha nadie sabía lo que estaba pasando, porque la emisora que se escucha es la de la armada, y por allí transmiten sólo propaganda contrainsurgente y música. Y porque a los indígenas no les importa, de la misma manera que al Estado nunca le ha importado su bienestar.