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Capilla de la memoria en Buenaventura, para NO OLVIDAR

By julio 25, 2013No Comments
Capilla de la memoria en Buenaventura, para NO OLVIDAR
Capilla de la memoria en Buenaventura, para NO OLVIDAR
Capilla de la memoria en Buenaventura, para NO OLVIDAR
Capilla de la memoria en Buenaventura, para NO OLVIDAR
Capilla de la memoria en Buenaventura, para NO OLVIDAR

La buena memoria permite aprender del pasado,
porque el único sentido que tiene la recuperación del pasado
es que sirva para la transformación de la vida presente
(Eduardo Galeano)

Un día como estos, el 17 de julio de 2010, fue asesinado Jair Murillo, líder de los desplazados. Este joven lideraba un proceso con personas que venían desplazadas de diferentes zonas de la región Pacífica y con víctimas del desplazamiento interno que se sufre en la ciudad de Buenaventura, con la realización de acciones concretas que defendían sus derechos y denunciando la corrupción que existe al interior de las instituciones públicas; enfrentándose así no solamente a quienes controlan y defienden intereses legales e ilegales, sino también al mismo Estado que aparte de no cumplir con su obligación de garante, se empeña en victimizar a través de sus prácticas discriminatorias y asistencialistas.

Una ciudad llena de realidades difíciles, la de víctimas de desplazamientos, de asesinatos, de desaparecidos, de expulsados de sus tierras, en fin, una ciudad donde se dan todos los repertorios de violencia de un conflicto armado interno contra mujeres, niños, jóvenes, ancianos, líderes, sindicalistas y religiosos. Aquí, en la mejor esquina del mundo, donde se ubica el mejor puerto de Colombia y donde están colocados todos los intereses de los capitales nacionales y transnacionales, se inscribe la historia de un pueblo afro e indígena que desde hace más de 400 años habita estos territorios y resiste pacíficamente.

En este contexto, donde la muerte se pasea por las calles y la corrupción es la reina de las virtudes, desde el 2009 la Parroquia San Pedro y la fundación FUNDESCODES, han construido con la comunidad víctima de la violencia, La Capilla de la Memoria, con hombre y mujeres hijas, madres y abuelas de personas asesinadas y desaparecidas en estos barrios. Quienes con fotografías, encuentros solidarios, actos religiosos en torno a la memoria de sus familiares empezaron y se mantienen en el espacio de este proceso.

La vida está hecha de memorias, es una realidad que nos hace encontrarnos con nuestro pasado, nos conecta con nuestro futuro, ahí se recrea la vida presente y nos mueve en un mundo de experiencias vividas y abiertas. Ellas están en continuo progreso, no son estáticas, no son monumentos, sino experiencias, historias que contar, más aún, que esperan ser contadas colectivamente.

El solo hecho de contar lo ocurrido y que otros conozcan sus historias de vida, ayuda a construir nuevas esperanzas, de acuerdo a esto dice Hannah Arendt “el relato cumple así un papel determinante en la elaboración de las memorias, ya que nos permite alcanzar el significado de los acontecimientos”. Existe así una manera de dignificar a las víctimas, que no se olvide su ser querido, entonces “la narración de esos hechos y vidas permite que la historia narrada adquiera una persistencia en el mundo, que la proteja contra la futilidad del olvido: lo que salva a los asuntos humanos de la futilidad consustancial no es otra cosa que la incesante rememoración de lo mismo”.

Las personas de la Capilla de la Memoria luchan contra el olvido, y sobre todo contra una política institucional de olvido, de aquellos que creen que aquí no ha pasado nada y que los mejor es no recordar para avanzar, lo que piadosamente hemos llamado perdón y olvido, sin darnos cuenta que aceptar esta realidad seria condenarlos a la muerte. No se puede pensar en un perdón que no tenga por delante la justicia y la reparación.

Un lugar donde reunirse, colocar sus fotografías y contar sus historias, marca y evoca la presencia-por- ausencia de las víctimas, esas que están presente en su memoria y la memoria colectiva del grupo que han construido. Realizan a través de actos religiosos un homenaje fúnebre, sobre todo si se trata de la guerra sin cuerpos, la de los desaparecidos o simplemente de quienes ya no están físicamente vivos. Estos reconocimientos a través del rito y las prácticas ancestrales como el canto, las tumbas de cuerpo presente, son una manera de revivir la vida y de recordar, como elemento fundamental para mantener la memoria.

Todos los 17 de julio se reúnen, exaltan la memoria de sus seres queridos, quienes como decía una líder: “aun sabiendo que no están, no quiere decir que no existan”, existen porque la memoria sigue presente en su capilla. Por lo que es preciso realizar un llamado a la solidaridad y al compromiso de mantenernos firmes en la lucha pacífica, NO al olvido, NO al silencio cómplice, NO a dejar que la memoria se pierda y no sea recordada y relatada por el respeto a la dignidad de las víctimas. La memoria es un DERECHO de todas las víctimas.

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