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Buenaventura y Tumaco, los puertos del olvido

By septiembre 29, 2011noviembre 9th, 2024No Comments
Buenaventura y Tumaco, los puertos del olvido

Esta región colombiana, que empieza, por el norte, en el Chocó y termina, por el sur, en Candelillas del Mar (Nariño), se acostumbró a que los gobiernos nacionales nunca volvieran su mirada hacia ella, a no ser que hubiera elecciones de por medio.

Porque, eso sí, «estas son las épocas en que los mismos gamonales electoreros aparecen con festivales y bombas de colores, trago y pollo, y promesas que olvidan después de la elección -me cuenta un profesor de la agonizante Universidad del Pacífico-. Los mismos protagonistas de la corrupción y la duda moral que perdieron las elecciones estudiantiles para rector ahora vienen por el Congreso».

Buenaventura se acostumbró a las muertes violentas y, últimamente, aumenta el número de cadáveres, porque hay vendettas entre las Farc y una banda a la que llaman `la Empresa`, compuesta por ex guerrilleros y ex paramilitares, que resolvieron robarse unos paquetes de dólares (producto de otros paquetes de coca), que reclama `Mincho`, cabecilla del frente 30.

La cuestión se agrava cuando viene el comentario popular: «No habría tanto escándalo si averiguamos de dónde vienen los muertos violentos. ¡Porque ellos también violaron los derechos humanos de otros!», me dijo una autoridad bonaverense.

Esto resume lo que ocurre. Todos lo saben, pero nadie lo denuncia, porque, como dijo el obispo, Héctor Epalza, «el puerto se convirtió en la patria del miedo».

La situación la resume un documento en el que el Episcopado alerta sobre homicidios selectivos, desapariciones que suman 36 en lo que va corrido del año, confinamiento y el «asesinato inmisericorde de varias decenas de mujeres», así como el reclutamiento de jóvenes para las bandas criminales, «primero, inducidos al consumo de drogas para debilitarlos y fácilmente reclutarlos sin peligro de denuncias por su adicción».

Las autoridades policiales y militares realizan propuestas, a su manera, para paliar la situación, tales como la intervención directa de infantes de Marina en los barrios vulnerables, en algunos de los cuales prácticamente conviven con la población las 24 horas, pero hay quienes se muestran pesimistas sobre esta acción, ya que «o terminan involucrados los agentes, por la familiaridad diaria con los barrios del delito, o podría facilitarse la acción terrorista de los sicarios en las casas que ocupa la autoridad militar». (Lea una entrevista al Gobernadro de Nariño en la que dice que el aumento de pie de fuerza no es suficiente)

Entre las cifras de la lucha contra los narcos, la Armada suma 67 naves capturadas, que muestran el grado de atrevimiento al que han llegado los traficantes colombianos, con sus sofisticadas técnicas de construcción navales, en los narcoastilleros de la selva, según afirma el almirante Hernando Wills, comandante de la Fuerza Naval del Pacifico.

La pesca artesanal, uno de los principales pilares de la pobre economía porteña cotidiana, es un tema urgente. De aquella gran cooperativa de pescadores que funcionaba hace años solo quedan en la lista 80 de hombres, que están a punto de «tirar la toalla, porque valen más los elementos para salirle al mar que el pescado listo para consumir, que vale 2.000 pesos. Mejor dicho, los pescadores famosos de Buenaventura estamos comiendo pescado importado de Argentina y Vietnam; con eso le digo todo», afirma uno de los pocos que todavía se atreven a gastar su espalda al sol.

Hay quejas en toda la región sobre la presencia de naves coreanas, chinas, japonesas y ecuatorianas, «que vienen con kilométricas atarrayas a llevarse todo, incluso a matar los tiburones solo para vender sus aletas, que tienen precio de oro en Oriente.
Matan el animal y botan lo demás al mar, y así están acabando con la riqueza pesquera de hace algunos años. Muchas veces, no traemos nada en el día. Ni siquiera pescados chiquitos para la sopa», asegura uno de los faeneros.

Y ni hablar de corrupción. Alcaldes requeridos por la justicia; parlamentarios en la cárcel, desde donde siguen manejando sus débiles electores; Zaragoza y Bendiciones, convertidas en tierras de escombros y maldiciones ecológicas, por la explotación mafiosa del oro, más los 43 kilómetros cuadrados inutilizados del río Dagua; esta carretera que nunca terminan, a pesar de los miles de millones de pesos que se mueven por ella, y, para rematar, rutas marítimas que se pelean a diario los narcos de los carteles del Pacífico, que tiñen esas aguas de sangre de jóvenes sin oportunidades que prefieren acabar su vida rápidamente.

Semejante mapa macabro se extiende a Tumaco, la llamada `Perla del Pacífico`, que hoy se levanta todos los días a mirar los retratos de sus muertos en el parque Nariño o en plaza de la Memoria y que solo este año ha llorado a 176. Sin contar los que faltan, porque aquí están, con distintos alias, los mismos asesinos de cuando los raspachines del Putumayo y los traquetos del Valle se tomaron Llorente y establecieron allí sus narcobases, como en Barbacoas, Satinga, Timbiquí, Iscuandé, Telembí y Guapi.

Aquí se inventaron las microextorsiones: roban la plata a los vendedores de minutos celulares y de dulces con la misma saña con que lanzan granadas desde la calle a los comerciantes formales.

Aquí se han utilizado tres niños bomba, según Pastoral Social. Algo que resume la falta de oportunidades son los 5.000 jóvenes mototaxistas en la población y 15.000 en la región, que «viven a la orden de cuaquier propuesta». Aquí, en los barrios Viento Libre y Panamá, para nombrar solo dos de diez, «todo el mundo se encierra a las 5 de la tarde, porque luego nace una barrera invisible que te mata si la atraviesas», me dice una estudiante de 18 años, que quiere jugar en la Selección Colombia de mujeres.

Hablando del fútbol, es increíble cómo diariamente se acaba ante los ojos de todos el estadio flamantemente bautizado como Domingo `Tumaco` González, en recuerdo a ese goleador de la tierra.

Es doloroso cómo los pobladores de esa tierra de goleadores de la talla de Willington Ortiz, Eladio Vásquez, `Gambeta` Estrada, `el Tigre` Castillo y ahora el gran Léyder Preciado ven crecer la maleza sobre en la que debía ser la cancha deportiva; las paredes de la tribuna se inundan, y las cuatro baterías de iluminación que desearía cualquier campo del mundo están en la ruina total.

Cables e instalaciones rotas y los elementos de metal oxidados unos, y destruidos otros. El Alcalde, ya de salida, ni comenta el tema.

Por la situación geográfica de Tumaco, esta población es centro de acopio de lo bueno, que es muy poco, y de lo malo, que es casi todo.

Aquí llegan, cada día, los heridos en grave estado de diferentes puntos de la región. El gobierno anterior prometió dotar al puerto, «con un hospital moderno, de nivel tres mirando al cuarto, y dotado totalmente con tecnología de punta». Se cumplió la mitad, que costó 37.000 millones de pesos, y ya se inauguró con cortada de cinta. Solo falta «la tecnología de punta».

Es solo un cascarón de cuatro pisos, lleno de buenas intenciones, pero sin nada que tecnológica y médicamente le permita recibir a los huéspedes del ruinoso y vetusto Hospital San Andrés.

Para arrancar labores, «necesito de dotación total en camas e instrumentos con un costo de 5.000 millones de pesos», me dijo el recién posesionado director, Fabián Echeverría Peinado.

Según afirmó Francisco Quiñónez, líder del sindicato, este «presentó tres veces a la viceministra de Protección Social y a la Secretaria de Gobierno de Nariño, un proyecto de traslado gradual, con la asesoría y el auxilio de ambas entidades».

Por eso se levantaron vestidos de blanco cinco mil tumaqueños y cerraron sus negocios. Literalmente, esa población quiso contarle al país su tragedia en blanco y negro, pero casi nadie le hizo caso y se quedaron «esperando la respuesta y listos p`al baile».

No solo es instalar una nueva Brigada Móvil, pues las cifras demuestran que no es la solución: este fin de semana la morgue de Tumaco amaneció copada con diez cadáveres más en la lista, que sube a 190 muertos en lo corrido del 2011.

Entre ellos, figuraba un joven concejal, Jesús Enrique Perlaza. Y el secretario del alcalde, Yémer Avila, sigue secuestrado. Ambos participaron en la organización de la marcha blanca.

Tomado de Eltiempo.com