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¿Por qué ciudades como Quibdó, Istmina o Tumaco han registrado algunos de los peores índices de violencia del país en las últimas décadas? ¿Qué lógicas del conflicto permitieron que el Pacífico sur se convirtiera en el mayor enclave de producción de cocaína? ¿Cuál es la relación entre los grandes megaproyectos portuarios y la arremetida brutal del paramilitarismo en Buenaventura? ¿Quién se benefició con los desplazamientos masivos que ocurrieron en el Bajo Atrato tras la ofensiva militar conjunta del Ejército y los paramilitares durante la Operación Génesis a finales de los años noventa? Estas son algunas de las preguntas que quiere responder la Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico (CIVP), una iniciativa autónoma liderada por organizaciones étnicas de la región, cuyo mandato se propone incluir en el relato del conflicto la voz de los pueblos indígenas y afrocolombianos del Pacífico, develando cómo la guerra produjo daños irreparables al territorio y la identidad de las comunidades.
Tras el lanzamiento en Quibdó el pasado 22 de mayo, la Comisión llevó a cabo su primera asamblea con la participación de más de 35 organizaciones afrocolombianas e indígenas de esta región del país. El evento se realizó en la ciudad de Cali los días 11, 12 y 13 de julio del presente año.
Los once comisionados de las diez subregiones del Pacífico tomaron posesión de su cargo y elaboraron las pautas y líneas estratégicas definiendo planes de trabajo que serán desarrollados según las dinámicas de cada uno de los territorios. Este es el primer paso para iniciar las tareas de la CIVP en los ámbitos locales, tareas que incluyen la recolección de datos e información, las reuniones con comunidades, la elaboración de informes, y en el largo plazo, acciones de justicia, reparación y pactos de convivencia en aquellos lugares más afectados por la violencia.
Como resultado de las deliberaciones se enfatizó en la premura de visibilizar el mandato y los objetivos de la Comisión, para lo cuál se hizo un llamado al trabajo activo de las organizaciones, en aras de esclarecer los hechos de victimización y caracterizar los daños al territorio, visto como sujeto de derecho. Así lo explica Elizabeth Moreno, comisionada de la subregión del río San Juan: “para nosotros como pueblos étnicos el territorio es la vida, porque es allí donde nacimos, crecimos, donde posiblemente muchos moriremos, y es donde obtenemos los frutos para nuestro sustento, para la pervivencia”.
La apuesta más ambiciosa de la Comisión es que el relato de lo ocurrido en el conflicto en el Pacífico sea narrado con clave étnica y territorial, desde la voz de las comunidades y sus organizaciones, lo que constituye un ejercicio de autonomía que no tiene precedentes en ningún otro conflicto de América Latina, que en el marco más amplio de los relatos históricos, es una oportunidad para “darle continuidad a la memoria que afros e indígenas han construido en este largo proceso de colonización” según afirma Jesús Alfonso Flórez, miembro de la secretaría ejecutiva de la CIVP. En otras palabras, permitir que sea la voz de los pueblos la que narre su propio pasado.