La iglesia del Chocó – Colombia, denuncia ante a la opinión pública la grave crisis humanitaria en la que El Frente Aurelio Rodríguez de las FARC ha puesto a los pueblos indígenas, mestizos y afrochocoanos al declarar un Paro armado del 1 al 20 de Febrero de 2013.
“NO ABUSARÁS DEL POBRE” (Deuteronomio 24,14)
El territorio chocoano, lugar de pacífica convivencia entre indígenas, mestizos y afrodescendientes a lo largo de siglos, ha sido perturbado por hombres armados que han bañado de sangre las selvas y teñido de rojo las aguas de sus ríos con la sangre de sus humildes pobladores y con el cruel embate de sus armas.
Los pastores somos testigos del calvario que han afrontado las comunidades desde cuando los grupos armados ilegales se tomaron su territorio como resguardo al amparo de sus ríos y selvas. El reclutamiento de menores, la amenaza, el secuestro y la extorsión se hicieron cotidianos antes del destierro y la muerte inexorables para quienes no han comulgado con sus propósitos violentos. La situación de violencia agravada por la lucha anti-subversiva empeoró la vida de estos pueblos: retenes, señalamientos, asesinatos y masacres paramilitares marcaron la última década de la vida del pueblo chocoano. El conflicto se trasladó a la ciudad, en donde las bandas criminales campean a sus anchas ante el terror de los ciudadanos y la pasividad de las autoridades.
La Iglesia del Chocó en su opción por la defensa de la vida y por la dignidad de los empobrecidos, ha levantado su voz para denunciar la iniquidad y ha puesto su cuota de mártires en esta lucha contra la muerte, ahora rechaza de manera enfática la forma como los grupos insurgentes asedian a las comunidades chocoanas en su lucha contra las fuerzas del Estado.
Rechazamos el cerco mortal de un “Paro armado” que aumentará la muerte de los niños indígenas, el bloqueo de los alimentos a los pueblos, la muerte de los pacientes por la prohibición de ambulancias, el confinamiento de las comunidades, el aislamiento de la población, el desabastecimiento general, el cierre de las escuelas y de los centros de nutrición infantil.
Ya son varios años en los cuales los chocoanos hemos sufrido las consecuencias nefastas de los paros declarados por los actores armados ilegales ante los cuales la población se debe doblegar por las amenazas. Con su accionar golpean a los más débiles y agudizan el sufrimiento de los pueblos indígenas, mestizos y afrodescendientes. No se trata de un paro de papel como siempre lo han considerado desde fuera sin medir las consecuencias ni tener en cuenta la dimensión del conflicto y sin que las autoridades se pronuncien como sí lo han hecho en otros territorios. Las regiones del San Juan y del Baudó están totalmente paralizadas por un secuestro colectivo que ha impedido la libre movilización.
Requerimos a los actores armados ilegales el cese inmediato del actual paro armado, y que acciones como estas no se repitan en los territorios ancestrales, por ser violatorias del Derecho Internacional Humanitario. La vida es un don sagrado y solo el Creador puede disponer de ella. El divino mandamiento “No matarás” es la primera condición que hace posible la vida de la sociedad.
Demandamos del Gobierno colombiano medidas integrales, consensuadas con las comunidades afectadas, para reparar los daños ocasionados por estas arbitrariedades y las condiciones necesarias que nos permitan disfrutar del Derecho a la paz.
En el bicentenario de la independencia del Chocó, oramos junto con toda la Iglesia por el desarme de los espíritus, para que avancen fructuosamente los diálogos de paz, que superando las diferencias y contradicciones, permitan el cese de la guerra y la construcción de una sociedad con mayor equidad y justicia social para todos los hijos e hijas de Dios.
Diócesis de Quibdó y Diócesis de Istmina-Tadó