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Actualidad

Un desastre más humano que natural

By mayo 3, 2011No Comments
Un desastre más humano que natural

Respuesta insuficiente

La respuesta humanitaria que dio el Estado colombiano a partir de la emergencia económica, social y ecológica declarada el pasado 7 de diciembre atendió a muchas de las personas afectadas por las inundaciones.

Sin embargo, las consultas realizadas por OXFAM (de su sigla en inglés -Oxford Committe for Famine Relief [1]) a una muestra de casi 800 personas damnificadas en cuatro zonas afectadas -sur del Atlántico, La Mojana (Sucre), el Bajo Atrato (Chocó), y el Bajo Sinú (Córdoba)- y un sondeo adelantado entre diferentes actores gubernamentales y voceros de las principales agencias humanitarias, demuestran que la respuesta humanitaria no ha sido plenamente satisfactoria.

El estudio sobre las lecciones de la emergencia invernal, lanzado por OXFAM el pasado 29 de abril, saca a la luz las razones por las cuales el gobierno no fue capaz de proteger los derechos fundamentales de los más de tres millones de afectados que dejó la temporada invernal 2010-2011.

Dicho informe también propone soluciones para que esta vulnerabilidad crónica en la que viven las personas más pobres y desprotegidas sea atendida y atenuada eficazmente, aplicando las lecciones del presente desastre.

Vulnerabilidad y territorio

OXFAM sostiene que el desastre vivido en Colombia es más humano que natural: la emergencia no fue resultado sólo de lluvias intensas y grandes inundaciones, que son recurrentes en el país, La raíz del desastre tiene que ver con la vulnerabilidad.

Las causas estructurales de esta vulnerabilidad son muchas, desde el ordenamiento territorial y la gestión medioambiental hasta las políticas comerciales y macroeconómicas. Ningún análisis será efectivo si no se centra el problema en el ordenamiento territorial, en el acceso, control y acumulación de territorios.

El uso indiscriminado y la distribución inequitativa de la tierra aumentan el riesgo para la población colombiana por lo menos en dos maneras:

a) La tala de bosques, las siembras, o la ganadería que fuerzan la expansión de la frontera agrícola, lo cual afecta a humedales, pantanos y ecosistemas y contribuye al deterioro medioambiental de suelos, al aumento de escorrentía, a la amenaza de deslizamientos, y a acrecentar de modo substancial el grado de exposición a las inundaciones, y

b) La mala calidad de vida de los campesinos y la distribución inequitativa de la tierra han impulsado una migración masiva de los sectores pobres y marginados hacia asentamientos precarios en zonas urbanas, muchas de ellas expuestas a crecientes, aludes, e inundaciones (donde hoy día habita el 80 por ciento de los colombianos).

Esta vulnerabilidad podría ser revertida en la medida en que los esfuerzos de reconstrucción, el Plan Nacional de Desarrollo y las demás políticas económicas y sociales empiecen a traducirse en acciones dirigidas a la reducción del riesgo.

Principales hallazgos

  • La encuesta realizada por OXFAM demostró que en su mayoría las personas damnificadas no recibieron alertas tempranas por parte de las autoridades, falla que dio como resultado pérdida de cosechas, animales, instrumentos de trabajo y otros activos y medios de subsistencia.
  • En ninguna de las zonas encuestadas existen sistemas formales y eficaces de alerta temprana. Ni las comunidades, ni las autoridades, ni los organismos de socorro cuentan con la preparación necesaria para enfrentar este tipo de situaciones de manera adecuada.
  • Alto grado de afectación previa: un mínimo de 13,8 por ciento (Bajo Sinú) y hasta el 75 por ciento (La Mojana) de las poblaciones en las zonas encuestadas reportaron haber sido afectadas previamente por un desastre.
  • Las mujeres son especialmente afectadas y requieren apoyo a la medida de sus necesidades, antes y después de las emergencias [2].
  • La ayuda llegó, aunque no siempre a tiempo. Las personas afectadas indican que la ayuda había sido recibida entre «un poco tarde» y «oportunamente», pero en muchos otros casos se indicó que la ayuda había llegado «demasiado tarde» o «cuando ya no servía para nada».
  • El Sistema Nacional para la Prevención y Atención de desastres (SNPAD) y el tejido social fueron los actores claves: la gran mayoría recibió ayuda a través de los Comités Locales y/o de redes de amigos, vecinos y familiares. Los Comités Regionales y otros organismos de socorro pertenecientes al Sistema también fueron importantes. La única región en donde se mencionó a Colombia Humanitaria fue en el Bajo Atrato.
  • El número de personas que no recibió ningún tipo de ayuda es variable, pero alarmante [3].
  • La utilidad de la ayuda se limitó al corto plazo: casi todos señalaron que la ayuda recibida resultaba útil solamente para el día en que llegó y no contribuía a fortalecer la capacidad de la comunidad para recuperar su «normalidad».
  • La gente no fue consultada, y manifiesta prioridades distintas de las que fueron atendidas.
  • El tejido social está vivo y actuante: la ayuda mutua entre familiares, amigos y vecinos demuestra que el tejido social se ha fortalecido.

Balance más bien negativo

Estos resultados demuestran que el Estado no ha cumplido razonablemente con su obligación de garantizar los derechos humanos en medio de un desastre de gran magnitud. Si bien demostró mucha voluntad y capacidad de recaudación de fondos, falló lamentablemente en términos de cobertura, rapidez y pertinencia por la falta de liderazgo, poder e independencia operativa del SNPAD.

No ayudó la creación de «Colombia Humanitaria» como eje central de la respuesta: se constituyó en un mecanismo para crear conciencia y canalizar recursos, pero de hecho suplantó la toma de decisiones de la Dirección General de Riesgos (DGR), creando una confusión enorme. La creación de entes paralelos y otras acciones del gobierno retrasaron la respuesta y dificultaron el flujo de información y coordinación.

No existen mecanismos de participación de la sociedad civil en el desarrollo de medidas de reducción de riegos de desastre actuales y futuros, y menos en la puesta en marcha de medidas locales y regionales de adaptación al cambio climático.

Aprender de lo pasado

Frente a este desastre humanitario, el Estado se encuentra ante una oportunidad de cambio y aprendizaje de las lecciones de la ola invernal. La adaptación al cambio climático pasa principalmente por una mejor gestión de los ecosistemas y por la reducción de la vulnerabilidad social y económica de la población.

Para lograr este cometido es necesario que el gobierno:

a) Ubique a la Dirección (DGR) del Sistema en la Presidencia de la República;

b) Invierta en las capacidades de identificación, prevención, preparación, y respuesta de los comités locales de atención y prevención de desastres (CLOPAD);

c) Consolide una política nacional de gestión del riesgo comprensiva, duradera y eficaz;

d) Convierta al fondo creado para la reconstrucción en un Fondo Nacional de Adaptación y Gestión del Riesgo verdadero y permanente, en cuya orientación y funcionamiento participen de manera activa la sociedad civil colombiana y las comunidades vulnerables

* Oficial de Incidencia Humanitaria para la emergencia invernal en Colombia, OXFAM. Abogada, especialista en Derecho Internacional de Derechos Humanos. Ha publicado artículos académicos en Bolivia, Perú, Inglaterra, Alemania y Canadá.

** Asesor de Políticas en OXFAM. Graduado de Dartmouth College, donde se especializó en ciencias políticas y estudios asiáticos. Maestría en estudios de desarrollo internacional de la London School of Economics.

Notas de pie de página


[1] OXFAM es una confederación internacional de 15 organizaciones con una filosofía similar y que trabajan conjuntamente con socios y colaboradores en 98 países de todo el mundo para conseguir el cambio sostenible de erradicar la pobreza y la injusticia.

[2] El análisis de respuesta diferenciado por género revela que en tres de las cuatro zonas es más probable que la cabeza de hogar sea mujer: el 73 por ciento de las cabezas de hogar en el Atlántico son mujeres, el 62 por ciento en Bajo Atrato, el 61 por ciento en Bajo Sinú y el 37 por ciento en La Mojana. En La Mojana sólo un 36 por ciento de mujeres tuvo algún tipo de advertencia previa sobre la emergencia (comparado con 44 por ciento de hombres).

[3] No recibieron ninguna ayuda 15.9 por ciento de las personas afectadas en Atlántico, 20 por ciento en La Mojana, y 38,5 por ciento en el Bajo Sinú.

Tomado de razonpublica.com

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