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Jesús Alfonso Flórez López / Equipo Técnico CIVP / Fotografía: Cococauca

El Plan de Desarrollo está estructurado desde el concepto genérico de “Pacto”, el cual en sí mismo manifesta la idea de hacer “acuerdos”. Es decir, este Plan se autodefine como la realización de un “Acuerdo por Colombia”, lo que supone un proceso previo de diálogo nacional que produce los lineamientos allí señalados. Del mismo modo, el origen de la palabra “Pacto”, que proviene del latín “Pactum”, de donde se deriva la palabra “Pax”, o Paz en español, nos lleva a pensar que el Plan estuviera enmarcado en la implementación del Acuerdo de Paz. Sin embargo, no ha existido el diálogo nacional, pues el escenario construido por el Gobierno denominado “Talleres Construyendo País”, -reedición de los antiguos “Consejos Comunales” del gobierno de Álvaro Uribe Vélez-, no propician un auténtico diálogo, por su formato prefabricado y direccionado por el Ejecutivo en el que se condicionan previamente quiénes participan y el contenido de sus intervenciones, como aconteció en el Chocó.

De igual manera, el PND no refleja que tenga como propósito central la consolidación del Acuerdo de Paz. Por ello de entrada puede decirse que su título es engañoso por no tener en su base un acuerdo con la sociedad ni recoger como transversal un compromiso de Estado. El Plan está organizado en tres supuestos pactos estructurales: Legalidad, Emprendimiento y Equidad, desarrollados en catorce pactos transversales o temáticos; y pretende realizarse a través de ocho pactos territoriales, uno de los cuales está previsto para el Pacífico, definido como “Pacto Región Pacífico: Diversidad para la equidad, la convivencia pacífica y el desarrollo sostenible”, el cual contiene cuatro objetivos relacionados con las necesidades e intereses de la economía central, pues ellos se refieren a “mejorar la infraestructura de transporte intermodal, portuaria y logística de la región; potencializar el desarrollo productivo según las vocaciones propias de la región; generar mayor cobertura y calidad en la provisión de servicios públicos; y mejorar la gestión ambiental de la región fortaleciendo el ordenamiento territorial”.

Además, los objetivos de este “Pacto regional” obedecen a la agenda internacional para esta región plasmada en la “Alianza Pacífico” que pretende, entre otras metas, “convertirse en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial y de proyección al mundo, con especial énfasis en el Asia, pero no parte de los intereses, necesidades y aspiraciones de la gente que habita este territorio del Pacífico colombiano, unos pueblos con asentamiento milenario y otros como resultado directo de los últimos 500 años de colonialismo prolongado.

La ambigüedad del concepto de Región Pacífico

El PND considera o define esta región como un espacio de administración política compuesta por dos zonas: Litoral y andina, e identifica que su potencial es “… ofrecerle a toda Colombia su capacidad y diversidad productiva, su vocación turística y cultural, su potencial de servicios ambientales, el desarrollo de las cuencas del Pacífico y finalmente su conexión logística y portuaria del país con el océano Pacífco”.

Este concepto de región unido a la configuración de los cuatro departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, desconoce lo que sus habitantes autodefinen como “Pacífico”, pues lo que para el Plan es una zona -el Litoral-, para los pueblos indígenas y afrocolombianos esta es la región, pues coincide con la formación biótica y cultural denominada “Chocó Biogeográfico” que recoge el bosque húmedo tropical unido al área costera o marítima, cuyos moradores reclaman como referente para pensar el diálogo, o posible “Pacto” con el Gobierno Nacional, de lo contrario es continuar la visión colonialista de pensar la considerada “zona litoral” como dependiente de la administración de la zona Andina, a excepción de Chocó, y una despensa para el extractivismo combinado de conservacionismo, mediante el “pago por servicios ambientales e incentivos a la conservación y preservación de los recursos naturales, con énfasis en reducción y captura de gases de efecto invernadero”, según reza el último de los objetivos específicos. La ambigüedad del concepto de Región Pacífico.

El Pacífico más allá del Desarrollo

Un verdadero “Pacto por Colombia y por el Pacífco” implica poner en cuestión la noción y práctica del llamado “Desarrollo”, el cual ha sido atenuado desde los años 80 del siglo pasado con adjetivos tales como “Desarrollo Humano, Sostenible, Sustentable”, entre otros, pero sigue teniendo como base la idea predominante de “crecimiento”, la cual además de desconocer u ocultar las múltiples formas de concebir el mundo, el universo y la relación con esta amplia escala del espacio que han construido los pueblos anclados en los conocimientos y sentimientos ancestrales, ha desencadenado daños al territorio en el ámbito cultural y ambiental, irresueltos y de gran impacto para el bienestar de las presentes y futuras generaciones. Como aporte a esta honda y controvertida reflexión los pueblos indígenas de la región del Pacífico, Embera Dóbida, Awá, Katíos, Wounaan, Chamí, Tule y Eperara Siapidara, así como el amplio espectro histórico y cultural del pueblo afrocolombiano, han presentado desde décadas atrás sus representaciones del territorio, sus diversas formas de uso, poniendo como centro la protección de la vida de los humanos, de los animales no humanos y de los ecosistemas.Esto ha tomado los nombres de “Planes de Vida” y “Etnodesarrollo”.

Un auténtico pacto con el Pacífico

Pensar en un auténtico “Pacto para el Pacífico” implica reconocer de parte del Gobierno Central a estos pueblos como auténticos sujetos que saben lo que realmente necesitan para vivir en el bosque húmedo tropical y la biodiversidad marítima.

La agenda para un “Pacto del Pacífico” en el presente y para los tres años que restan al gobierno de Duque, implica al menos los siguientes elementos:

  1. Avanzar en espacios de diálogo con la insurgencia para establecer un cese al fuego bilateral que traiga alivio inmediato a la población.
  2. Acuerdos Humanitarios Territoriales para que se suspenda toda acción armada contra la población civil.
  3. Cumplir con los anteriores “Pactos” firmados en 2017 con los pueblos del Pacífico que han hecho paros, como Buenaventura, Chocó y Tumaco, en los cuales se establecieron itinerarios de inversiones para afrontar las necesidades básicas insatisfechas con perspectiva étnica y equidad de género.
  4. Activar el cumplimiento de los puntos del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de Paz estable y duradera; particularmente los PDET de Nariño, Pacífico Medio y Chocó; los acuerdos firmados con las familias sobre sustitución de cultivos de uso ilícito; la protección de las comunidades, especialmente los líderes sociales y reincorporados; garantías plenas para la puesta en marcha del Sistema Integral de Verdad, Justicia y Reparación en la región.

Este es un capítulo del informe “El aprendiz del embrujo”, un balance del primer año de gobierno de Iván Duque publicado por la Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo.