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Actualidad

‘Los Buenaventurados’: historias de cultura y arte en Buenaventura

By diciembre 31, 1969noviembre 9th, 2024No Comments

Cubrir este tipo de noticias, tan dolorosas, es necesario para encender las alarmas y llamar la atención del mundo entero para que los abusos no se repitan.

Sin embargo, Buenaventura no es sinónimo de muerte y pobreza, es cuna de grandes talentos que llevan en la sangre la música, la poesía, la danza, el folclor, el ritmo y esa poderosa fuerza ancestral que rebasa fronteras y tiene a muchos de ellos brillando en lugares remotos del planeta.

Aquí les rendimos homenaje y resaltamos su compromiso social con su tierra natal y, en ellos, a todos aquellos bonaverenses de bien, los ‘buenaventurados’ que anhelan la paz.

Danza de libertad

El único bailarín colombiano que hace parte del Royal Ballet de Londres se llama Fernando Montaño, tiene 29 años y sus pies -que pisan hoy en día los más prestigiosos escenarios de la danza mundial- tocaron en su niñez las calles de su Buenaventura natal.

En el barrio Camilo Torres, donde vivió sus primeros años, solía jugar entre los rieles del Ferrocarril, pero tuvo la fortuna de que sus padres descubrieran temprano su natural talento por la danza. Por ello se trasladaron a Cali y, pasando múltiples dificultades, lograron que ingresara al Instituto Colombiano de Ballet, Incolballet, donde inció su formación artística que concluyó en Cuba gracias a una beca que obtuvo para estudiar en la Escuela Nacional de Ballet, regentada por esa leyenda viviente de la danza mundial, Alicia Alonso. De allí saltó a La Scala de Milán, Italia, para luego llegar al Royal Ballet de Londres.

Denominado por algunos como el ‘Billy Elliot colombiano’ por su fascinante historia, la plasticidad de sus movimientos ha sido admirada por grandes personalidades del mundo, como la Reina Isabel de Inglaterra o la primera dama norteamericana Michelle Obama y, actualmente, es candidato para ganar por segunda vez consecutiva el Premio Lukas, otorgado por una publicación que exalta la labor de los artistas iberoamericanos en el Reino Unido.

Pero aunque suena a cuentos de hadas, en su vida ha tenido que superar obstáculos. Uno de ellos lo vivió recién llegó Londres, cuando luego de una presentación recibió la triste noticia de la muerte de su madre. Sin embargo, la danza ha sido su bálsamo. “Lo que más me gusta del ballet es la libertad que experimento cuando estoy en el escenario. Es difícil de explicar esa sensación pero te sientes invencible, no hay dolor, no hay maldad.

Incluso cuando murió mi madre, yo tuve que seguir bailando y mientras lo hacía era feliz. Sólo volvía a mi realidad cuando estaba fuera del escenario.
“En la danza o en cualquier arte debes estar enfocado en lo que quieres y persistir sin cansancio en ello. Hay muchas personas con un gran talento, pero si se detienen ante el primer obstáculo el sueño se acaba”, dice.

Fernando quiere encender esa llama en los niños de su Puerto natal, por eso apoya la Escuela de Artes que promueve Findeter. “Cuando el año pasado estuve visitando las escuelas, vi en los ojos de los niños unas ganas inmensas de salir adelante. Lo que debemos hacer es brindarles la oportunidad para que lo consigan. El arte tiene el poder de transformar vidas”.

Una voz para el mundo

La portentosa voz de la soprano Betty Garcés conmovió a millares de personas de Colombia y el mundo, durante la inauguración de los World Games el año pasado en Cali, cuando tuvo a su cargo entonar las notas del Himno Nacional.

Esta porteña, egresada del Conservatorio de Bellas Artes, se dio el lujo de ser admitida en la Alta Escuela de Música de Colonia, Alemania, uno de los centros académicos más prestigiosos del mundo.

Heredera de ese talento musical innato de su tierra, su talento ha sido reconocido dentro y fuera del país.

En la actualidad reside en la ciudad alemana de Gelsenkirchen, del estado de Renania del Norte, en Westfalia, donde hace parte del Junges Ensamble (Ensamble Joven) de la ópera de esta ciudad y ha participado en recitales en varias ciudades alemanas, como en el concierto de cierre del Festival de Lied, en Hannover.

Entregada de lleno a su arte, Betty dice mantener presentes sus raíces. “Buenaventura, su música folclórica, sus danzas, sus atardeceres, sus tardes de lluvia, incluso el bullicio alegre  de mis vecinos, están grabados en mí.  He tenido la oportunidad de encontrar un poco de Buenaventura en muchos lugares donde he estado y al poder conocer a personas de África y Brasil, puede uno reconocer las raíces, que en el fondo siguen siendo las mismas”, aseguró la artista desde Alemania.

Aunque la música que hace es muy diferente a la de sus orígenes, la soprano afirma que siempre busca la oportunidad de evocar sus ricas melodías. “Ya sea para mí, o en público, me gusta interpretar canciones que de alguna forma tengan ese espíritu, temas o sonidos que evoquen  recuerdos y momentos dulces”.

Dueña de un espíritu solidario que aprendió en el calor de su hogar en Buenaventura, Betty trabaja con empeño en apoyar su Fundación Yo Soy y la Academia Pitágoras, que busca educar a los jóvenes de su ciudad.

“A pesar de la realidad que se está viviendo, creo que algunas vidas pueden ser transformadas por la fe convertida en obras. Queremos implementar la educación artística en nuestra Academia, para que los niños tengan una opción de vida, pero también para construir y servir de instrumento e inspiración para otros, de alguna forma dar lo que se tiene para intentar construir una realidad diferente”.

La danza

En una casa, junto a la parroquia del barrio El Firme está la sede de la Pastoral Afrocolombiana. Allí, a ritmo de vientos del Pacífico, un grupo de jóvenes y niños de los barrios de bajamar tienen dos grupos de danza.

“Es un proyecto en el que buscamos que esto cambie y lo hacemos con el rescate de nuestras tradiciones. La mayoría de los niños y jóvenes siguen asistiendo a las clases y otros se han convertido en líderes sociales. Pero tenemos una historia triste de una niña de 12 años, que fue reclutada”, dice uno de los profesores.

Los grupos Arambé -“frase africana que significa con berraquera, algo que sale desde adentro”- y Manitas de Paz, conformada por niños entre 7 y 12 años, han viajado a festivales de danza. Una de sus presentaciones fue en la canonización de la madre Laura. Y el viernes, los jóvenes de Arambé bailaron currulao en el parque Néstor Burbano durante la marcha de la Legión del Afecto.

Instrumentos de paz

Baudilio Cuama es un estandarte de la tradición cultural de todo el Litoral. Este constructor de marimbas y de instrumentos de percusión, aprendió el oficio de su padre y se ha empeñado en transmitírselo a las nuevas generaciones de porteños.

Por eso no ha querido abandonar el taller que tiene en Viento Libre, un barrio del Puerto azotado por la violencia, un fenómeno que el músico ha padecido en carne propia pues dos de sus nueve hijos (todos músicos) murieron en medio de su embate.

“Yo no me voy de aquí por que yo llegué primero que esos grupos armados. Voy a seguir haciendo sonar la marimba y el bombo, haciendo que los muchachos cambien el fusil y la granada por un instrumento. Aquí la naturaleza nos brinda los recursos para hacer los instrumentos, la chonta el balso o la guadua”, dice con total convicción.

Cantores del Río

Desde 1995, se realiza en Buenaventura el Encuentro Cultural Cantores de Río, un espacio que busca reunir a los cantores y cultores de las tradiciones afrocolombianas e indígenas de la zona rural y la zona urbana de este municipio.

El certamen, que tiene entre sus propósitos recuperar, fortalecer y salvaguardar la esencia de esa cultura en su calidad de patrimonio inmaterial, es organizado por la Dirección Técnica de Cultura de Buenaventura.

La danza, como lenguaje universal del cuerpo, se expresa aquí con todo su colorido y plasticidad para comunicar lo vivido, lo soñado y lo anhelado por los integrantes de estas comunidades.

En el certamen, en octubre, el canto y la danza se acompañan con instrumentos musicales de todo tipo. De esa combinación surgen los cantos de bogas, jugas, bundes, alabaos, las décimas, los cuentos de leyendas y mitos, pero también las entonaciones de laboreo y de las selvas. Son los sonidos que se construyen en medio de la vida cotidiana.

Al rescate de los oficios

En la antigua Estación del Ferrocarril de la ciudad portuaria funciona la Escuela Taller, la cual hace parte del Programa Nacional Escuela Taller Herramientas de Paz del Ministerio de Cultura. Allí se forman jóvenes entre los 17 y 26 años, provenientes de sectores vulnerables.

En calidad de becarios, ellos son certificados como técnicos laborales en áreas como carpintería con énfasis en construcción y mantenimiento de instrumentos musicales, construcción con énfasis en madera y cocinas tradicionales del Pacífico.

Este proceso, que se inició el 10 de julio de 2012, acaba de entregar en febrero su primera promoción y ahora cuenta con 73 nuevos alumnos quienes, además de aprender un oficio, redescubren la recetas de las abuelas que se estaban quedando en el olvido, dándole así un nuevo sabor a sus vidas; elaboran los instrumentos que dan sonido a sus tradiciones y rescatan sus formas constructivas en medio de su biodiverso paisaje.

Tablas salvadoras

Pocas ciudades de la periferia colombiana se pueden dar el lujo de haber llevado un grupo escénico al Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Eso ocurrió hace una década cuando dentro del programa Jóvenes Creadores del Litoral, promovido por la Universidad del Valle y el MinCultura, un grupo de jóvenes actores fueron seleccionados para llevar hasta la máxima fiesta del Teatro en Latinoamérica la obra ‘Lección de piano’.

Esa experiencia fue la semilla para que, en 2010, surgiera en Univalle Buenaventura el programa de Licenciatura en Artes Dramáticas. La carrera inició con doce estudiantes y ahora tiene 38, pero los logros son notables. Los estudiantes han girado por el país con cuatro montajes teatrales, que retoman obras clásicas pero enriquecidas con la esencia cultural del Pacífico.

De ese proceso salieron Cristian Advíncula y Jarlin Martínez dos de los talentos de la película ‘Manos Sucias’, rodada en Buenaventura con la dirección del norteamericano Josef Kubota Wladyka, producida por el reconcido cineasta afroamericano Spike Lee y estrenada en el pasado Festival de Cine de Cartagena.