Queridos Jorge Luis e Iñigo
MI alma no deja de sentir su ausencia, esa que sabe traer a la memoria los rostros siempre llenos de sonrisas, de alegría y de paz.
Gracias por haber dejado huella en mí y en quienes tuvimos la oportunidad de compartir con ustedes.
No conmemoramos un año más el momento en que fueron arrebatados de nuestro mundo por una horda de paramilitares fratricidas, sino que hacemos memoria de una continua presencia luminosa que, desde la condición en que ahora están, nos da fuerza para no renunciar a los sueños compartidos con ustedes, con Rafa, Michel, Yolanda y todos y todas las personas que son nuestros baluartes de camino.
Ustedes saben que la Comisión de Vida, Justicia y Paz había programado con el equipo misionero de Bojayá una visita a esas comunidades, para recordarlos, para pisar la tierra y navegar por los ríos que ustedes transitaron con el mismo propósito de ver cómo están y, mirar juntos, qué se puede hacer para mejorar más y más su calidad de vida, pero, también ustedes se dieron cuenta que esto no fue posible, pues han pasado 13 años de su partida forzosa y el conflicto armado no se detiene, justamente un paro armado decretado por las FARC sembró pánico a nuestra gente y no se quiso aumentar el riesgo con esta movilización, por eso estamos allá en Bellavista y acá en Quibdó unidos en esta memoria y seguramente que lo propio harán en Bilbao.
Hechos como éste siguen haciendo que este territorio continúe estando inestable, más aún cuando está puesto en venta, como el conjunto del país, para que, como dicen los indígenas Katíos, “las venas de la madre tierra sean rotas”, con la extracción minera, maderera y petrolera.
¿Qué nos diferencia en este nuevo aniversario?
En el momento del crimen cometido contra ustedes el país estaba soñando con un acuerdo de paz, claro, era la época de los diálogos en el Caguán, parecía que de verdad se llegaría al comienzo de una paz firme y duradera, pero no fue así.
Hoy, volvemos a soñar, pues justamente mañana 19 de noviembre se dará comienzo a los nuevos diálogos entre la guerrilla de las FARC y el gobierno para el cese del conflicto, la sangre que ustedes derramaron en la búsqueda de la paz sigue generando esperanza, por eso quiero retomar de lo que aprendí de ustedes, qué debemos hacer para que haya paz:
De Iñigo bebimos que:
- La PAZ no podía hacerse sin memoria, pues su experiencia de vida, como militante de la causa por la autonomía del pueblo Vasco, le había enseñado que un conflicto no supone borrar de la historia los acontecimientos vividos, sino recrearlos en la memoria para que se torne un hecho reparador para las víctimas.
- La PAZ supone terminar la confrontación armada, pero no es su única expresión, sino que ella se consigue cuando las causas que generaron el conflicto sean asumidas para que se avance en la superación de todos esos problemas, para nuestro caso colombiano solucionar de una vez por todas el conflicto agrario, donde las tierras y los territorios sean verdaderamente para el uso social, no para el acaparamiento, sino para distribuir de forma justa, y con posibilidades objetivas de un uso, que permita crecer en una economía que tenga como prioridad el bienestar de los colombianos y colombianas, y no el lucro de un puñado de familias y compañías multinacionales.
- Los acuerdos de PAZ deben ser resultado de una consulta popular, para que se logre una voluntad soberana de mantener una PAZ que no esté en peligro y que por lo tanto sea duradera. De tal forma que la veeduría y observaduría la hagan en primer lugar los mismos ciudadanos y ciudadanas.
De Jorge Luis supimos que:
- La PAZ es fruto de la justicia y la verdad, pues él era un fiel orante del salmo que reza “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Sal 85,10).
Esta es una declaración de principios que Jorge Luis interiorizó, pues la PAZ tiene un precio, el primero de ellos es que se haga justicia, en primer lugar y sobre todo con las víctimas, para ello es imprescindible que aparezca la verdad, una verdad que ponga al descubierto todos los responsables de las violaciones de los Derechos Humanos y las Infracciones al Derecho Internacional Humanitario, de lo contrario nos quedaremos en una cadena interminable de ganadores y perdedores, que generarán retaliaciones que no permitirá a la finalización del conflicto.
2. La PAZ va acompañada del perdón, pues requerimos de un proceso de reconciliación auténtica, que nos permita creer de nuevo en los Otros, de lo contrario seguiremos siendo una sociedad dividida y expuesta a nuevas confrontaciones, pero ese perdón supone reparación a las víctimas, por eso desde Jorge Luis se relee el texto evangélico en el que el perdón, fruto de una decisión de cambio o conversión que hace Zaqueo, está acompañada de la decisión de “devolver cuatro veces lo que se ha robado”, es decir ir más allá del daño para reparar las víctimas.
Queridos Iñigo y Jorge Luis, sus enseñanzas profesadas y vividas por Rafa, Yolanda, Michel y todos nuestros mártires de este Chocó y del Pacífico, hoy resuenan en nuestros corazones y nos invitan a que la PAZ no sea solamente deseada sino un objetivo a lograr mediante la participación de todos los colombianos y colombianas, donde las responsabilidades no sea diluidas, pero donde la sociedad en su conjunto se comprometa a realizarla teniendo en cuenta estos principios.
Ustedes siguen alumbrando nuestro navegar por el Atrato y el transitar por esta historia.
* Miembro de la Coordinación Regional del Pacífico