REDACCION POLÍTICA EL ESPECTADOR.COM. La XCII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal comenzó en medio de la conmoción de los obispos por los recientes atentados terroristas de Villa Rica (Cauca) y Tumaco (Nariño). Uno de los protagonistas del encuentro, Monseñor Gustavo Girón Higuita, arzobispo del pueblo nariñense, habló de la difícil situación de orden público que vive su comunidad.
¿Cómo quedó Tumaco después del atentado de la semana pasada?
Para nosotros este ha sido un tiempo bastante duro y triste, porque nuestra costa de Nariño ya no es la costa pacífica como antes, sino que está llena de momentos de dolor, de grupos armados y de atentados. Hemos sentido que el reciente ataque marca un momento difícil, además, no es el primero. Ha habido una serie de explosiones, de bombas, de extorsiones, de vacunas, de muertes que han sacudido la región. Quiero ante todo agradecer la solidaridad de todos los habitantes de Colombia.
¿Por qué Tumaco es blanco de tanta violencia?
La situación de Tumaco viene agravándose paulatinamente, no es algo sorpresivo. Su deterioro comenzó hace más o menos 15 años con la presencia de los cultivos ilícitos y de todos los grupos armados ilegales, pues allí los tenemos a todos, de derecha y de izquierda.
¿Se sienten abandonados?
Lamentablemente esta ha sido una costa muy olvidada, que no tiene vías de comunicación ni fuerza armada. Es un lugar muy difícil de custodiar y la penetración de los grupos armados ha sido muy profunda. Apenas el 50% de la gente de Tumaco hace la primaria, el 25% alcanza la secundaria y el 5% la universidad. Eso habla de una crisis educativa muy fuerte.
¿Hay gobernabilidad en Tumaco?
Pudiéramos decir ingobernabilidad y la muestra está en que las oficinas o el cuartel general de la Policía es el atacado en este momento. Pudiéramos hablar de muchas otras bombas que han ocurrido en diversas residencias y nos damos cuenta de que es una situación que posiblemente no va a terminar.
¿Es cierto que la Iglesia también ha recibido amenazas?
Nosotros en la Pastoral Social hemos recibido más o menos ocho amenazas, desde hace ocho años para acá, casi una por año. Afortunadamente no hemos tenido ningún problema con esta última bomba que detonaron, aunque allí murió la aseadora de un colegio que ha estado bajo nuestro cuidado y también un profesor.
¿De dónde provienen las amenazas?
Es muy complejo saber de dónde provienen. En el fondo, creo que está la explotación de los cultivos ilícitos y también una especie de demostración de que tenemos muchos grupos armados, además de una reacción a las acciones que el Gobierno ha implementado.
¿Cómo se vive en medio de esa situación?
Hay comercio del narcotráfico, tenemos bandas que atacan a embarcaciones, robo de lanchas, de motores, de pesca en el mar: hay personas que han perdido todos sus bienes. Es algo muy complejo.
¿Es cierto la versión de una alianza Farc-Bacrim?
Realmente sí, eso es lo que se ha afirmado y creo que es verdad. Ahora, es el fenómeno de las Bacrim que también está en otras ciudades.
¿Cómo se vive hoy en Tumaco?
La población está sumamente atemorizada. Nosotros que estuvimos en el sepelio de las víctimas del reciente atentado, vimos que bastó un rumor y el sonido de unos globos plásticos de unos niños para que la gente saliera corriendo. Afortunadamente no hubo víctimas pero sí daños materiales. Están extorsionando maestros, comerciantes y cuando se dan las denuncias, muy rápidamente esas personas quedan en peligro.