El día 10 de diciembre es reconocido como el Día de los Derechos Humanos porque se conmemora el aniversario por la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 que busca el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de las personas como fundamentos para la libertad, la justicia y la paz en el mundo.
La Diócesis de Tumaco, ha escogido este día para hacer el lanzamiento del cuarto informe regional “Que nadie diga que no pasa nada” sobre la situación social, de Derechos Humanos, infracciones al derecho internacional humanitario y conflicto armado en nueve de los 10 municipios de la costa Pacífica nariñense, con la esperanza de que este material contribuya a alertar a las instituciones gubernamentales municipales, departamentales y nacionales sobre la crisis humanitaria que viven los indígenas, afrocolombianos y mestizos del Pacífico nariñense y sobre todo, para que se tomen las medidas correspondientes de manera inmediata. LEA INFORME COMPLETO AQUÍ
Revisando documentos se encuentra que estos municipios conforman el 56 % del territorio del departamento con una población del 90% afros, 6 % indígenas y 4 % mestizos. Según el Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, entre los años 1990 y 2014 han ocurrido 4.007 homicidios en estos nueve municipios; hay un registro de más de 100 mil personas en situación de desplazamiento. Según estos datos, en cinco municipios se han presentado 120 víctimas de minas antipersona o artefactos explosivos, entre otras estadísticas.
Según datos históricos del origen de estos municipios encontramos que Francisco Pizarro se constituyó el 15 de febrero de 1526, Barbacoas el 6 de abril de 1600, Tumaco el 30 de noviembre de 1640, Magüí Payán el 1 de enero de 1730, Roberto Payán el 1 de enero de 1730, Mosquera el 24 de mayo de 1824, El Charco en el año 1886, Olaya Herrera el 30 de noviembre de 1975 y La Tola el 5 de enero de 1988.
En cuanto a cifras oficiales de pobreza, a 2014 se encuentra que el 83.4% de la población está afectada por esta consecuencia de la injusticia social histórica. El porcentaje más alto de analfabetismo es del 26 % en algunos municipios y solamente el 4% de las personas, en su mayoría jóvenes, logra ingresar a estudios superiores. El desempleo es muy alto, algunas personas logran encontrar empleos con pagos de un salario mínimo o menos; otras personas trabajan por meses sin recibir sus salarios, como los profesionales de la salud; el grueso de la población se ve obligada a recurrir a actividades de bajísimos ingresos; y otros a la práctica de actividades ilegales como el cultivo de la coca y a involucrarse en las redes de robo de hidrocarburo, agravando el gran problema de contaminación de suelos y fuentes hídricas. El servicio público de acueducto es casi inexistente en la mayoría de comunidades rurales. Los ríos y quebradas que han sido utilizados desde mucho tiempo atrás, como depósitos de basuras por la ausencia de un sistema de recolección, depósito y manejo de residuos sólidos y de alcantarillado, situación que afecta la potabilización del agua.
Son muchos los años transcurridos en los que han pasado tantos gobernantes y en los que se debió instalar las garantías para el goce de los derechos fundamentales y asumir la responsabilidad para prevenir estos atropellos a la dignidad de las personas, niños y adultos, mujeres y hombres.
Frente a esta realidad planteada por la Diócesis de Tumaco, quedan muchos desafíos. Uno de ellos es continuar defendiendo los derechos étnicos y territoriales para gozar de ellos el día de mañana.
Otro de los retos es recuperar los valores éticos como el respeto a la vida, a los derechos de los demás, al cumplimiento de nuestras responsabilidades, la solidaridad con quien más sufre y la capacidad de condolencia, es decir, de poder sentir el dolor y el sufrimiento de los demás.
Por último, la Diócesis afirma que: “Debemos iniciar decididamente el camino para poner fin a tantas violencias, las estructurales, las sociales y al conflicto armado. Sabemos que no es fácil, pero también sabemos que cada persona, en algún momento, debe llegar al compromiso de ayudar en la construcción de un mundo más fraterno y más humano”.
La Diócesis de Tumaco es parte de la Coordinación Regional del Pacífico Colombiano