En los diferentes rincones del Cauca se está implementando la estrategia de ocupación Militar; ocupar, someter y desarticular. No podemos ver solamente un ataque de la guerrilla y del ejército, esa guerra no es una guerra que nos pone en el medio a la población civil, es una guerra contra nosotros. El aumento de la militarización, las recurrentes amenazas, la desarticulación de otros procesos sociales no son hechos aislados. Esto hace parte de un plan de muerte que controla a este y otros gobiernos.
Este plan de agresión cree que la vida debe estar por debajo de las posesiones que quieren incrementar con las riquezas de nuestros territorios. Este ataque desconoce a las comunidades y las señala como delincuentes, su argumento para amenazarnos es que somos terroristas al no compartir la “lucha” del gobierno.
Alex Quintero, un líder campesino, que se desempeñaba como Presidente de la Asociación de Juntas de Acción Comunal del Alto Naya fue cobardemente asesinado en horas de la noche del pasado domingo 23 de mayo. Alex venía acompañando a las víctimas de la masacre del Naya perpetrada en el 2001 por los paramilitares. Exigía al Estado esclarecer y reparar los casos, pero también denunciaba contundentemente a todos los actores armados.
Desde muy joven se comprometió con el proceso comunitario del Alto Naya. Trabajó por la unión de las comunidades campesinas, afros e indígenas, respondiendo, de una manera alternativa, ante las injusticias y a las problemáticas de estas comunidades. Denunció las atrocidades cometidas por los diferentes grupos armados. Hoy, Alex es una víctima más por exigir verdad, justicia y reparación.
También, representó y recopiló una serie de procesos que no fueron denunciados por las víctimas directas, que en su momento, corrían el mismo riesgo. Gracias a su voluntad y compromiso con la gente, se lograron llevar a cabo importantes procesos de reivindicación, que permitieron que la masacre del Naya no se quede como un caso cerrado: en la impunidad y en el olvido.
Como resultado de sus esfuerzos podemos decir que los casos que vivieron los pobladores del Naya estén siendo documentados y que hoy se recuerde cada año como una manera de rechazar la indiferencia y el silencio que nos enajena ante tanta barbarie.
Así como él denunció los atropellos contra la comunidad del Naya, también denunció los señalamientos que hicieron en su contra los grupos paramilitares. Su lucha en este proceso de hacer justicia con las víctimas, fue lo que lo llevó a hacer blanco de estas amenazas. Por parte del Estado hubo negligencia ante la solicitud de protección, que él necesitaba para continuar con esta labor comunitaria.
Resaltamos que su labor de hablar con la verdad, de escuchar a las personas, de denunciar con valentía estas injusticias y horrores corresponde de verdad a una conciencia de defender la vida, de pensar en un bien común y de ser un auténtico tejedor de verdad. Por eso rechazamos este acto cobarde y convocamos a la solidaridad de las organizaciones sociales para pronunciarnos y no permitir el olvido de estas atrocidades que, sin nuestras voces, se seguirán cometiendo.
Quieren llenarnos de terror con el asesinato de Alex. Pero sabemos al igual que él, que los que siembran terror para acumular son quienes de verdad tienen miedo porque no nos atemoriza su odio ni sus armas. Ellos saben bien que ni todas las armas del mundo pueden contra la gente que se atreve a enfrentarlos con la palabra y la unidad.
«(…)En el 2000 cuando llegaron los paramilitares al municipio de Timba, ellos recorrían los municipios de Buenos Aires, Suárez, Santander de Quilichao y cometían asesinatos contra personas humildes, los arrojaban al Río Cauca en el puente de la Balsa, se denunciaba estos actos pero, como no se hacía nada, las personas callaban por temor a sus vidas. Durante todo este tiempo el Río Cauca se convirtió en el cementerio más grande del país. Además los paramilitares tenían la libertad de movilizarse en los municipios sin restricción alguna, donde uno encontraba a 20 minutos a los paramilitares después de haber pasado un reten militar o de la policía. (…)»
Testimonio de Alex Quintero en el resguardo indígena Kitek Kiwe -Tierra Floreciente-, municipio de Timbío – Cauca, durante la octava conmemoración de la Masacre del Naya en el año 2009:
Redactado por Tejido de Comunicación – ACIN