Este corregimiento dista a 150 Km de Quibdó, capital del departamento, está habitado por 144 familias para un total de 896 afrocolombianos que viven de la agricultura de subsistencia, sector que también resultó seriamente afectado por dicho fenómeno natural.
“Inicialmente sentimos una fuerte brisa, rápidamente se convirtió en vendaval que sacudió nuestras humildes viviendas. Fue como si las casas se fueran a arrancar de la tierra” manifestó un miembro del Consejo Comunitario Local, que no pudo ocultar sus lágrimas y su angustia por las cuantiosas pérdidas.