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Actualidad

Nos metieron los dedos a la boca

By abril 8, 2020noviembre 9th, 2024No Comments

Por: Woslher Castro

Por estos días no nos arriesgamos a salir de casa por temor a contagiarnos y poner en riesgo el estado de salud de nuestra familia. Es evidente el nivel de pánico colectivo que se ha generado alrededor de la pandemia, virus que ha llegado al país con previo aviso. El Estado/Nación representado por el presidente Duque y sus instituciones descentralizadas tuvieron la oportunidad de implementar a tiempo las acciones preventivas para contener el virus, pero una vez más, nos damos cuenta que hay marcada debilidad en la planeación y una agonizante brecha desigual en la aplicación de las estrategias de prevención.

Sin duda alguna, si estas acciones (aislamiento social, cierre de los aeropuertos y fronteras) se hubieran tomado con anticipación, justo cuando el virus hacía estragos en otros países como China, Italia o España , no habría 1.485 casos confirmados ni estaríamos lamentando ya medio centenar de pérdidas

Medidas de prevención…

Según estudios, el lavado de manos de manera frecuente con agua y jabón (en caso de que no haya disponibilidad de lo anterior se realice con desinfectante a base de alcohol- que contenga como mínimo un 60% de alcohol) ayuda a hacer resistencia al Covid-19 e inactivan los microbios que pueden producir diversas afecciones respiratorias. Lo anterior, si y sólo si se usan de manera correcta, es decir, que las personas deben utilizar una cantidad considerable de jabón y/o suficiente desinfectante, esto con el fin de que los reactivos hagan su trabajo.

En este caso es necesario, analizar si realmente estamos promoviendo medidas de protección pensadas en las condiciones de los diferentes territorios, dadas las características socioeconómicas, el índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI), acceso y goce efectivo de los derechos fundamentales que son casi nulos en nuestro Pacífico.

La alta tasa de desempleo imperante resalta que la mayor parte de las familias que habitan en la región Pacífico sobrevive de la informalidad, factor que agrava de manera exponencial las medidas de protección básica de prevención como la cuarentena, estrategia que ha mostrado resultados contundentes a nivel mundial en cuanto a la reducción de casos o número de personas infectadas, al servir como barrera en la cadena de trasmisión.

Cuando se mencionan las medidas de prevención del Covid-19, a simple vista parecen sencillas y fáciles de acatar por cualquier ciudadano de a pie; sin embargo, hablar de lavado constante de manos en territorios donde carecen de agua potable y sus recursos hídricos están altamente contaminados por la extracción minera, no resulta una medida tan fácil de llevar a cabo. Hablar de cuarentena en territorios donde sus habitantes viven del rebusque, de la pesca, de la agricultura de pan coger y de la minería artesanal, donde deben recorrer grandes distancias para abastecerse del agua del río, no resulta una medida tan simple de cumplir.

En consecuencia, las estrategias preventivas merecen ser analizadas y discutidas, en clave de reconocer las particularidades, uso y costumbres de las comunidades ubicadas en el Litoral Pacífico, con el ánimo de que éstas no obliguen al ciudadano a exponerse en el propósito de garantizar el sustento familiar.

Esta situación ha hecho más evidente otra epidemia en la región: la epidemia del hambre. Así mismo, las dificultades que enfrentan las familias que habitan el Pacífico y que por estas fechas se agudizan aún más con las voces que se escuchan desde las ventanas y balcones, desde las redes sociales que retumban la tranquilidad del ciudadano de a pie y hacen un eco sepulcral en las silenciosas calles que dicen “Quédate en casa”, claro que desde las comodidades de sus casas, redes sociales y billeteras a rebosar, sus voces suelen ser de condenación por estas acciones, pero existe la motivación de calmar el llanto incontrolable de un niño y el ruido incesante del estómago por hambre.

“La cura resulta más mala que la enfermedad…”

Tomar medidas de prevención como clases virtuales para estudiantes de colegios y universidades, sin lugar a dudas, fue una medida pensada desde las capitales, desde las grandes ciudades con servicio de energía constante, con acceso a internet banda ancha y fibra óptica, hogares con acceso a computadores, tablets, celulares inteligentes, y amplios conocimientos de las tecnologías de la información y comunicación. Seguramente mientras consideraban el cese de actividades académicas, no recordaron las veces que cientos de estudiantes y profesores protestaron por la desigualdad en la educación, seguramente olvidaron que en Colombia existen territorios donde en la escuela más favorecida sólo hay un computador el cual es utilizado por más de 30 niños y el docente de informática y en el peor de los casos el dispositivo se consume en la humedad, la señal telefónica en algunos llega con  mucha dificultad e intermitencia, en otros ni siquiera llega, y donde transportarse ya sea a la escuela o un “centro médico” es toda una travesía por las características geográficas y por la falta de inversión en vías y medios de transporte. No, por supuesto que no se tuvieron en cuenta las necesidades precarias y cuando pase todo, la brecha de desigualdad en la educación será aún mayor.

La idea de desarrollo vs Realidad…

El Ministerio de salud indica que en caso de presentar síntomas como fiebre alta, tos, fatiga, secreción nasal, dificultad para respirar y malestar general, las personas deben consultar al médico y/o en su efecto aislarse por al menos 14 días. Pero seguramente tampoco consideraron que en el Pacífico culturalmente las familias son extensas, donde la medida de no aglomeración de más de 10 personas en espacios cerrados es casi imposible de cumplir, porque en una sola vivienda pueden vivir entre 8 y 10 personas, entre las cuales hay al menos un adulto mayor y varios menores de edad, seguramente no consideraron que las distancias para llegar a un centro médico en caso de emergencia pueden resultar fatales para la salud de un paciente contagiado, y seguramente tampoco consideraron la complejidad del acceso a la salud. En el Pacífico se reclama constantemente por estar en medio de un sistema desigual que provee un centro médico de nivel I en las cabeceras municipales para miles de personas que habitan los distintos municipios, centros médicos que se encuentran en  situaciones precarias tanto para los pacientes como para los profesionales que allí trabajan y lo más probable es no estén preparados en cuanto a infraestructura e implementos médicos para enfrentar una emergencia sanitaria por el Covid-19;  aspectos que agudizan la especulación, la desesperanza y el pánico colectivo entre las comunidades.

*Woslher Castro es estudiante de antropología y líder social del municipio de Timbiquí (Cauca)