Los tres jóvenes, cuyos nombres no se han dado a conocer, vivían del rebusque ante la falta de oportunidades de empleo, que en Guapi supera más del 60%. Desde hace una semana nadie ha tenido noticias de ellos. Sus familiares preguntan en donde creen encontrar respuestas, pero los «no sé» se repiten constantemente. Algunas personas sospechan que fueron asesinados, sin embargo, de no encontrarse los cuerpos, seguirán como desaparecidos, situación que alargará más el sufrimiento de sus familiares, pues ni siquiera tendrán el consuelo de hacer el duelo de acuerdo a sus prácticas tradicionales.
Desde hace más de 15 años, los grupos armados ilegales, algunos en complicidad con miembros de la fuerza pública, tienen atemorizados a los pobladores de la costa caucana. Cuando no son los desplazamientos, son los asesinatos, los combates, los desaparecidos o las fumigaciones aéreas indiscriminadas contra el agua, los cultivos de pancoger y los bosques. Con las víctimas pasa lo mismo que con las fumigaciones: matan al inocente y fumigan todo menos los cultivos de coca. Es la paradoja de un país que anda con la brújula perdida desde los tiempos de la fundación de la República con sus más de cien guerras.
Las organizaciones étnicas y sociales exigen de las instituciones judiciales el pronto esclarecimiento de estas tres desapariciones y exigen a las partes en conflicto el respeto al derecho internacional humanitario, y avanzar con celeridad por una salida política y negociada al conflicto armado. Por su parte, COCOCAUCA, reitera el llamado general de que ya ES HORA DE PARAR LA GUERRA y avanzar hacia la construcción de la PAZ con justicia social.
