Las situaciones de vulneración de los derechos humanos fundamentales en el Valle del Cauca en general durante el 2013 deja para la historia imágenes aterradoras de las amenazas, ejecuciones, desapariciones entre otras, perpetradas tanto por paramilitares, miembros de la Policía como por la “mano negra” del sicariato; sin embargo, el panorama que ha llamado la atención por la crisis social y humanitaria que viven sus habitantes es el ámbito de Buenaventura, pues no sólo basta con convertirse en la Capital de la Alianza del Pacífico y en desarrollarse allí las obras de infraestructura vial, energética, portuaria y turística de gran envergadura para mercancías y recursos, que benefician a los gremios económicos del Valle del Cauca y del resto del país, y aunque en los medios se divulgue la intervención militar que ha tenido el municipio, en la práctica no sólo se sigue excluyendo a los pobladores, sino también se extermina, despoja, desplaza y aterroriza con el cercenamiento de familias y comunidades de los barrios de interés para los megaproyectos del puerto.
Con respecto a lo que ha sucedido en los últimos dos años en el puerto de Buenaventura, basta que señalemos algunos datos de la situación alarmante: entre ellos está el reporte que aparece en el diario El Espectador, sobre la cifra de los desaparecidos que crece de manera desenfrenada. Mientras en 2011 se recibieron 57 denuncias, el 2012 cerró con un saldo de 113, y aunque el comandante de la Policía de Buenaventura, Coronel Óscar Gómez, matiza la cantidad explicando que la mayoría de casos ocurrieron en años anteriores y que el registro toma el año de la denuncia; por otro lado, la gente en Buenaventura habla de la desaparición como una estrategia sistemática del terrorismo. Pues esta situación ha llevado a considerar que ni siquiera en las cifras oficiales o extraoficiales emergen la mayoría de los muertos y muertas, estos están enterrados en los cementerios clandestinos, en los esteros y como dicen los habitantes, muy probablemente “en el buche de los pescados o en las profundidades del mar”. Los desaparecidos no cuentan y la tragedia es mayor al no ser ni siquiera mencionados en las crónicas de la violencia en el Puerto.
Mientras tanto la barbarie no para de rodar por los barrios de bajamar y en Buenaventura en general. El relato hecho por los habitantes que viven en medio de la zozobra y el terror, y quienes lo han visto o escuchado los deja estupefactos; antes no habían vivido tanta atrocidad junta: “La más cruel de las modalidades de asesinato es la pesadilla que diariamente vivimos: la desmembración, los descuartizamientos, los asesinatos con destornilladores, con machetes, con motosierra, se presentan a todas horas, de día y de noche. Hay casas donde llevan a la gente a descuartizarla. Los vecinos escuchan los gritos de dolor, la gente no puede dormir y menos denunciar, si no quiere ser la próxima víctima. Son casas en muchos barrios, no es un solo caso, son muchos y a esas casas las llaman los picaderos”, es la narración de un habitante que mientras lo hace, deja entrever el miedo de ser escuchado, persignándose a cada ruido, volteando la cabeza de un lado a otro para ver si alguien lo oye, bajando el tono. Tiembla y los ojos se le inundan de lágrimas. El relato expuesto no es nuevo, desde el año 2000 se ha denunciado que aparecían cuerpos desmembrados de personas que habían desaparecido. En la actualidad nadie está dispuesto a acudir a las autoridades para poner denuncias formales.
Aunque las versiones de las autoridades apuntan a señalar que se trata de pugnas entre las bandas del narcotráfico que operan en el puerto por el control de las rutas, esta no es la única causa de los asesinatos o descuartizamientos, desplazamientos y enfrentamientos que tienen lugar en las comunas y los barrios de la ciudad. El reporte del diario El Espectador, recoge otra versión del problema de violencia que azota al municipio, “Lo que está en el fondo de esta violencia no es sólo el narcotráfico, es el control territorial del municipio, es una táctica de terror para que la gente se vaya de la zona insular ‘para’ y se desplace hacia las zonas rurales, para que los megaproyectos puedan tener rienda suelta. Los mafiosos, aliados con algunos empresarios, quieren sacar a la gente a punta de miedo y comprando barato, para luego hacer buenos negocios”.
Los enfrentamientos armados entre miembros de los paramilitares que se autodenominan La Empresa, Los Gaitanistas y Urabeños que tienen lugar en las comunas y barrios del puerto, como el ocurrido el 31 de octubre de 2013 entre “Los Urabeños” y las “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”, han demarcado líneas o fronteras invisibles, con consecuencias nefastas de confinamiento, hacinamiento, asesinatos y desapariciones forzadas. En consecuencia, la plaza de mercado más grande del sector de la Isla de Cascajal, como es la de Pueblo Nuevo y que está ubicada en la comuna 4, a la que sólo pueden acceder a los habitantes de los barrios Muro Yusti, Santa Mónica y Morrocoy y de los barrios que como éstos son de dominio de “Los Urabeños”, ninguna persona de los barrios que están bajo el control de las “Autodefensas Gaitanistas de Colombia” puede acceder a dicha plaza porque corre el riesgo de ser asesinada.
Los habitantes de estos barrios no se pueden mover de un barrio a otro, son rehenes en sus propias casas, las fronteras invisibles han aumentado la crisis humanitaria en el puerto, pues la población civil no puede salir a proveerse de alimentos, en muchas casas donde los pobladores están hacinados están aguantando hambre. De otro lado, están las personas que venden en la plaza de mercado quienes se han visto obligadas a parar las ventas porque además de presenciar asesinatos y enfrentamientos, son víctimas de altas vacunas, atracos y extorsiones, según habitantes de Buenaventura, toda persona que tenga una venta debe pagar como mínimo cinco pesos diarios al grupo que domine en dicho territorio. Este hecho tiene a varias mujeres que venden pescado, llamadas también platoneras, con “los platones boca abajo” como ellas dicen, a ello se suma el cobro de las altas vacunas a los productos de la canasta familiar que se han encarecido.
Son muchos los atropellos que vivimos aquí, dijo un joven de Buenaventura que pese al miedo manifestó lo siguiente:
“Nosotros no tuvimos Navidad, nosotros no tuvimos año nuevo, nuestras luces navideñas eran los rayos de las balas de fusil que zumbaban en nuestros oídos. Desde la llegada de los paramilitares a Buenaventura nuestro refugio está ubicado debajo de las camas, allí pasamos la mayoría del mes de diciembre de 2013, nunca había visto tantos fusiles juntos, nunca me había sentido tan solo. El 31 de diciembre todo mundo estuvo encerrado y aguantando hambre porque ya no hay comida, no se puede salir a la plaza, hace mucho tiempo que tampoco se pude salir a pescar porque plomo es que le llueve al que salga. Aquí uno no tiene apoyo de nadie, ni del Alcalde ni de la policía, ni de los soldados, aquí uno muere solo, la policía en vez de ayudarnos a nosotros se hace pa’l grupo que más le convenga, cuenta la gente que el 20 de diciembre de 2013 la Policía le dijo a los “Gaitanistas” de la comuna 4 que “Los Urabeños” de Alfonso López estaban reunidos, fue por eso el enfrentamiento ese día. En Buenaventura no hay con quien contar, en esta ciudad en los barrios que están más militarizados o con fuerza policial es donde más matan. ¡Ja!, ya ni nuestros muertos podemos enterrar, ya ni los podemos velar en nuestras casas como lo hacíamos antes, no lo podemos hacer porque sencillamente nadie acompaña porque en el velorio hay enfrentamiento y los muertos son más de uno, ya nuestra cultura la están acabando, ya se metieron con lo más sagrado, con nuestra cultura, con nuestros jóvenes, con nuestras mujeres y con nuestros niños”.
Mujeres y niños son los más afectados por la violencia que se vive en el puerto de Buenaventura, un ejemplo de ello es el caso de José Luis, un niño de 11 años de edad a quien “Los Urabeños” asesinaron y descuartizaron acusándole de informante. Según relatos, los hechos ocurrieron así:
“Entre las calles Campo Alegre y Muro Yusti hay un picadero de “Los Urabeños”, fue allí donde picaron al niño José Luis de 11 años de edad, y natural del Barrio Arenal. Según los comentarios se dice que el niño hacía mandados a los “Nuevos Urabeños” o “Gaitanistas” en el Barrio Arenal. Al parecer los antiguos “Urabeños” de los Barrios Morrocoy y Muro Yusti lo observaban a distancia, por lo que lo llamaron y le advirtieron que no hicieran favores a los “Nuevos Urabeños” o “Autodefensas Gaitanistas”. Posterior a las advertencias, el niño, quien cargaba bultos en la galería de Pueblo Nuevo, fue llevado a la casa de pique antes mencionada junto con otro niño. José Luis le dice a su compañero: «espérame aquí que ya salgo”, pero de esa casa salió picado en una bolsa y algunas de sus partes arrojadas al mar por dos menores de edad entre los 12 y 13 años de edad. En el Puerto la gente rumoraba que el niño fue ahogado por dos paramilitares quienes luego de ahogarlo murmuraban, “pícalo vos, no pícalo vos, Ay, mira que es duro porque es un niño”, finalmente lo picaron, lo echaron en una bolsa y lo tiraron como ya se mencionó. El tronco de su cuerpo fue hallado el 28 de noviembre en el Barrio Arenal y llevado a Medicina Legal y nadie lo reclamó”.
El involucramiento de los niños en el conflicto por parte de los paramilitares, se da como campaneros (vigilantes). Su oficio es entrar a los barrios de dominio contrario para observar, vigilar y llevar las razones de cómo se mueve el grupo contrario. Además de ser campaneros, son mensajeros en el trasporte de armas, cobradores de vacuna, incluso, se habla que algunos les han obligado a picar cadáveres: Asimismo, hay casos referidos por la comunidad en que los paramilitares mandan a los niños donde las personas que vacunan, por desayuno, almuerzo y cena, además de productos comestibles que requieran.
En tanto las mujeres, en su mayoría jóvenes, son acusadas de informantes, siendo una de las posibles causas por las que las asesinan y desaparecen; además ser novia de un paramilitar del bando contrario también la convierte en víctima, al igual que haber sido novia de un paramilitar muerto, pues los grupos consideran que por la cercanía con el muerto tienen información que pone en riesgo la vida de los integrantes del grupo. Desde 1999 en Buenaventura las jóvenes han sido víctimas de violación, sin embargo, en los últimos tres años esta práctica es más aberrante. Se rumora que ha habido casos de niñas que son violadas por varios hombres, en el mismo hecho: A ellas les toca callar, si hablan pagan con su vida o la vida de sus seres queridos.
En este artículo agradecemos la colaboración de Cristian Llanos de CINEP/Banco de Datos