“Sin precedentes”, así califican la multitudinaria marcha que vivió este miércoles Buenaventura, cuando, según cálculos aproximados, salieron a las calles por lo menos 30 mil personas para clamar por el cese de la violencia que agobia desde hace varios meses al principal puerto marítimo del país.
“Hay una oleada de violencia que se viene manifestando en masacres, homicidios, secuestros, desapariciones forzadas, extorsiones, que tiene cansada a la comunidad de Buenaventura”, le dijo un prelado a VerdadAbierta.com, quien solicitó la reserva de la fuente.
La movilización masiva y pacífica, en la que participaron instituciones educativas, gremios, funcionarios, comerciantes y transportadores, fue promovida por la Diócesis del puerto, presidida por el obispo Hector Epalza Quintero, quien estuvo apoyado por los prelados de las diferentes parroquias de la ciudad y numerosos ciudadanos e instituciones que acogieron su propuesta.
El propósito de los organizadores es lograr que las entidades estatales de carácter local, regional y nacional atiendan con urgencia los fenómenos que vienen ocurriendo en el puerto sobre el océano Pacífico y permitan que sus habitantes “entierren la violencia y vivan con dignidad”, tal como lo expresaron en sus arengas y documentos.
El sacerdote consultado lleva más de 20 años trabajando en diversas regiones de las costas del Pacífico y tiene claro que la violencia comenzó por esas zonas a finales de 1998. “Hemos tenidos fuertes oleadas de violencia desde ese año”, indica y recuerda graves situaciones en los años 2000, 2003, 2006 y la última, que comenzó en 2012 pasado y aún no cesa. Desde ese año la Diócesis viene alertando a las autoridades nacionales y a la comunidad internacional para que intervengan en la ciudad. (Ver: Bandas criminales recrudecen violencia)
Las cifras de homicidios muestran un crecimiento preocupante. De acuerdo con datos de la Defensoría del Pueblo, en el año 2012 se registraron por lo menos 122 asesinatos, en el 2013 llegaron a 140 y en lo que va de 2014 ya superan los 30 casos.
Otro de los factores que también están afectando a las comunidades es el desplazamiento forzado, que tiene, según el sacerdote consultado, varias expresiones: “de un lado, hay decenas de personas que están saliendo de las áreas rurales de Buenaventura y se están asentando en las periferias de la ciudad; y de otro, ya tenemos desplazamiento intraurbano”. Se calcula que en solo 2013 se desplazaron de sus lugares de residencia más de 5.000 personas.
Y uno de los fenómenos que más está golpeando a los pobladores del puerto es el de la extorsión o “vacunas”. Según fuentes consultadas, “aquí todos estamos pagando: transportadores, comerciantes, vendedores ambulantes y hasta aquellas personas que venden chontaduro y comidas caseras en las puertas de su casa”. Para el próximo 11 de marzo los comerciantes harán un plantón para exponer su crítica situación económica.
En un documento conocido por VerdadAbierta.com y preparado por el comité organizador de la marcha, se estableció que “la violencia en Buenaventura ha tomado diferentes matices, a tal punto que sus habitantes ya no resisten más, pues no solo basta asesinar a las personas sino descuartizarlas, desaparecerlas, masacrarlas y a sus familiares desplazarlos, estigmatizarlos, a los niños reclutarlos, y condicionar la movilidad de la gente en fronteras invisibles”.
De acuerdo con sacerdotes consultados, las zonas de la ciudad portuaria donde se expresa con más rigor la violencia son Pueblo Nuevo, Murullusti, Las Piedras Cantan, La Playita, barrio Lleras, La Inmaculada y toda la comuna 11, caracterizada por estar constituida por asentamientos de desplazados no solo de la misma ciudad sino del sector rural, así como de otras regiones del Valle del Cauca y del país.
La nueva ola de violencia se desató desde el año pasado, cuando un grupo armado ilegal conocido como “La Empresa” pretende recuperar los territorios que, a sangre y fuego, les quitaron ‘Los Urabeños’ cuando se asentaron en la región. Antes de esa incursión, la zona era controlada por ‘La Empresa’, banda criminal conformada con miembros de ‘Los Rastrojos’’. (Ver: La pugna detrás de los desplazamientos).
Las expresiones de violencia incluso han tocado al obispo Epalza, quien desde el 2008 viene recibiendo amenazas de muerte generadas por su postura crítica frente a lo que viene pasando en el puerto, sus denuncias y búsqueda de soluciones. La semana pasada estuvo en Bogotá hablando personalmente con el Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, transmitiendo las preocupaciones que agobian a los pobladores de Buenaventura, quienes sienten que la ciudad está cayendo en un ambiente deshumanizante que no aguantan más.
“Somos la mayoría los que estamos sufriendo y son la minoría los que están causando tanto dolor… Por todo eso hemos analizado que los buenos somos más, y estaremos actuando y vamos a actuar… Por todo lo anterior decidimos enterrar la violencia, para hacer nuestro duelo y sanarnos como pueblo bonaverense que somos…., dejemos la violencia y vivamos todos en paz”, dice uno de los manifiestos de la marcha.
Al final, la multitudinaria marcha se agolpó en la plazoleta de la Alcaldía Distrital, donde simbólicamente le dieron entierro a la violencia con la esperanza de que todas sus expresiones se acallen en el puerto sobre el Pacífico y sus pobladores puedan vivir con dignidad.