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Las dos caras de la marcha de Necoclí

By febrero 13, 2012noviembre 9th, 2024No Comments
Las dos caras de la marcha de Necoclí

Diferentes reacciones se vieron luego de la marcha por la tierra, la vida y la paz realizada este sábado en el municipio de Necoclí, Urabá antioqueño. El entusiasmo inicial de las víctimas quedó atrás cuando se dio por terminado el acto protocolario al que asistieron el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, algunos miembros de su gabinete, así como los gobernadores de Antioquia, Chocó y Córdoba.

Muchas organizaciones y comunidades se quejaron por el hecho de no haber sido escuchadas y porque luego del evento, la logística para los almuerzos y las comidas de quienes habían llegado de lejos, no aparecieron. “Nos dijeron que íbamos a marchar y lo que hicieron fue traernos para el estadio de beisbol para que esperáramos. No sabemos ni siquiera quién marchó”, afirmó María, líder de la comunidad del Carmen del Darién. A esta crítica se sumó el hecho de que a quienes marcharon les quitaron las pancartas y letreros antes de entrar al lugar de la concentración.

Para los organizadores en cambio, lo que pasó en Necoclí fue muy significativo. “Pudimos mostrar la verdadera realidad de las víctimas, no la que sindicatos y empresarios han querido mostrar”, aseguró Carmen Palencia, directora de la Asociación de Víctimas Tierra y Vida, una de las organizaciones que promovió el evento.

Preámbulo de la marcha
Antes de la movilización, los participantes tenían muchas expectativas. El equipo logístico del Ministerio del Interior confirmó que habían salido hacia Necoclí 600 buses y 30 lanchas provenientes de tres departamentos: Chocó, Córdoba y Antioquia. Se esperaban más de 30 mil personas para acompañar al presidente Santos en un acto de legitimación de la Ley de víctimas y restitución de tierras, que entró en vigencia el 1 de enero de este año.

Los habitantes de Necoclí abrieron sus negocios temprano con la intención de atender a aquellos que inundarían las calles de su pueblo, el mismo que hace un mes estuvo cerrado y silenciado por el paro impuesto por la banda criminal denominada Los Urabeños.

La comunidad indígena Camizba fue una de las primeras en llegar. Con camisas estampadas que decían “Apoyamos la ley de víctimas” más de 20 indígenas se preparaban para marchar. “Vinimos para dejar claras las necesidades de la comunidad indígena. En representación del Cabildo Mayor queremos que sepan que las muertes de nuestros integrantes y el robo de las tierras de nuestras 14 comunidades, son importantes para nosotros y que no queremos que vuelva a pasar”, expresó uno de los líderes de la comunidad Camizba.

A la delegación Embera se le sumaron las que viajaron desde los municipios chocoanos de Riosucio, Ungía y el Carmen del Darién. A su vez, poco a poco iban llegando las personas de Turbo, Apartadó, Arboletes, Carepa, Chigorodó, Mutatá y San Juan de Urabá, Antioquia.

También arribaron a Necoclí decenas de pobladores de los municipios de Montería, Canalete, Tierra Alta y Valencia, Córdoba.  Todos fueron guiados hacia el diamante de beisbol de la localidad, donde esperaron varias horas bajo un inclemente sol a que llegaran las autoridades nacionales y regionales.

Francisco Ochoa, Presidente de la junta de acción comunal del barrio Villa Jiménez, de Montería, logró convencer a sus vecinos y amigos desplazados para asistir a Necoclí. “Con la ayuda de la Gobernación y la Alcaldía nos vinimos a expresar nuestra necesidad de volver a la tierra. Nosotros esperamos que nuestras voces sean escuchadas por el presidente Santos y podamos regresar a nuestras casas, allá en Tierra Alta (Córdoba)”, expresó emocionado.

Mientras tanto, 500 personas de diferentes organizaciones sociales, escogidas previamente para marchar por el Ministerio del Interior y algunas organizaciones de víctimas, alistaban en varios puntos de la población sus pancartas en las que se leían varios mensajes alusivos a sus pretensiones, el más común fue Tierra y Vida, pero en otras se narraba cómo habían sido sus años de sufrimiento y cuántas personas habían perdido la vida en el intento de hacer valer sus derechos.

«Llegó el presidente»
Después de varias horas de espera bajo el espeso calor y la pegajosa humedad, arribó al lugar el presidente Santos, acompañado de su esposa, varios de sus más inmediatos colaboradores, algunos ministros y las autoridades locales y regionales.

Su presencia representaba el deseo de mostrarles a los habitantes de la región que el Estado está presente para respaldar el desarrollo de la Ley de víctimas y restitución de tierras. El Presidente con tono emotivo pronunció la frase que se llevaron todos los asistentes al evento «Vine a darle un respaldo y legitimidad a un proceso que espero que cambie la historia del país. Defenderemos contra viento y marea y les devolveremos la tierra a los campesinos”.

No fue gratuita la decisión de hacer la marcha en Necoclí. El Presidente de la República afirmó en su discurso que la región de Urabá es prioritaria en el tema de tierras y que ha sido uno de los lugares en los que la violencia ha cobrado  miles de víctimas, por ello enfrentó ese pasado con su profunda ilusión: ““Se ensañaron en Urabá y aquí cometieron los peores atropellos. Y por eso escogimos Urabá y Necoclí para venir aquí a decirles a todos los colombianos, con el respaldo de ustedes, de todos y cada uno de ustedes, que esta Ley de Reparación de Víctimas y Restitución de Tierras la vamos a hacer efectiva contra viento y marea, contra cualquier enemigo”.

Momentos antes, el Gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama, se había referido en el mismo tono al por qué se había hecho esa movilizacón en esta subregión del departamento: “En esta tierra se ha pisoteado lo más humano que es la dignidad. La ley de víctimas y restitución de tierras es una necesidad, es una obligación, es un imperativo ético para, algún día, convertirnos en sociedad en todo el sentido de la palabra”.

El mandatario regional aprovechó esa tribuna para anunciar que estaba trabajando con su equipo de gobierno en la elaboración del Plan Integral Regional de Urabá, el que, de realizarse, implicará una mejora sustanciosa en las vías de comunicación, en el la estructura portuaria, la adecuación del sistema de salud, el tratamiento de agua para que sea potable y que pueda llegar a las poblaciones del Urabá antioqueño y sobre todo, este plan tendrá como prioridad el acceso y la calidad de la educación superior para los habitantes.

Sin embargo, todo ese optimismo expresado por los gobernantes enfrentará algunos retos que no serán fáciles de superar. Así lo expuso Roberto*, un campesino de 67 años que conoce muy bien de despojos de tierra y violencia. Luego de haber trabajado su parcela ubicada en la vereda El Mellito, de Necoclí, un buen día llegaron los paramilitares y lo presionaron para vender su tierra. Ante su negativa, lo amenazaron y le robaron la cosecha.

Su familia se fue para Medellín, pero él se quedó. Pudo resistir los hostigamientos de parte de los paramilitares hasta que llegó un señor de apellido Gómez quien lo sacó a la fuerza de la casa y se apropió de la parcela, dejando al labriego con las manos vacías. “Yo me fui a vivir donde mi cuñado, al lado de la finca, y todavía ese señor pasa por la casa y hasta me saluda”, cuenta Roberto.

Las medidas de precaución tomadas por su esposa en aquella época le permiten ahora reclamar el predio, pues la mujer, antes de viajar a la capital antioqueña, empacó las escrituras y títulos de propiedad para evitar que se perdieran o fueran alteradas y perdieran la propiedad.

Roberto se negó todo el tiempo a firmar nuevas escrituras, poderes e incluso hojas en blanco que le llevaba el nuevo mayordomo del señor Gómez: “Yo ya estoy muy viejo y casi no puedo trabajar, pero lo que quiero es que me devuelvan mi tierra y que ese señor se vaya de allá”.

Como él, muchos campesinos asistieron a la marcha para conseguir información sobre el proceso jurídico y de acompañamiento a las víctimas. Su preocupación va más allá del hecho de que le devuelvan la tierra. Roberto teme que, al volver, los grupos armados ilegales que aún quedan en la zona tomen represalias en su contra.

“Nosotros hemos sufrido demasiado. En abril de 1997 muchas personas tuvimos que salir de Jiguamiandó para Pavarandó porque los paramilitares o la guerrilla, todos ellos son iguales, se nos metieron a la casa. De ahí tuvimos que irnos también porque empezaron a desaparecer campesinos y a matar a gente que nada tenía que ver”, narró María* una de las líderes de la población que hoy vive en Carmen del Darién.

Esta mujer afirmó que en su pueblo fue “una constante el despojo de la tierra” y que habían venido a la marcha par reivindicar su derecho a cultivarla.En sus palabras “nos parece sensato lo que está haciendo el Presidente Santos porque nos ha mostrado que está cumpliendo con un pedazo de su programa de gobierno. Por eso vinimos para decirle que es una mentira lo que dicen que nosotros estamos acostumbrados a vivir así, nosotros hemos sido desplazados de nuestra tierra y un pueblo sin su tierra no es nada”.

Martín*, habitante del Carmen del Darién, le contó a Verdadabierta.com que el futuro de su comunidad está seriamente amenazado, no sólo por el conflicto armado que aún permanece, sino también por la cantidad de necesidades que tienen como comunidad. Con nostalgia y a modo de sentencia, afirmó que “mucha gente se va a tener que ir de esa localidad, pues ya no hay madera porque la que queda la explotan las empresas madereras de Urabá y el pescado, que es lo único que tenemos, se está acabando”.

La otra cara de la marcha


Decepcionados por no haber sido escuchados, algunos asistentes regresaron a sus casas. Foto: VerdadAbierta.com.
  

Una vez terminado el discurso del presidente Santos y finalizada la intervención musical de Fonseca, el evento llegó a su fin y las víctimas se retiraron de manera paulatina y organizada del escenario deportivo donde pasaron varias horas bajo el sol. Si bien se observaron algunas caras de satisfacción, hubo otras de frustración en algunos y los comentarios críticos no tardaron en escucharse.?

Marta*, líder del grupo que vino desde Riosucio reunió a los 120 habitantes que habían venido con ella para emprender el regreso. Antes de irse, esta mujer que lleva más de 10 años acompañando a las víctimas de esta localidad, admitió que “no vinimos con muchas expectativas, vinimos para saber cuál era la posición del Presidente y muchos incluso vinieron a pasear. El problema es que aquí no nos escucharon, sólo vinimos a aplaudir”.

Gerardo Vega, representante de la Fundación Forjando Futuros, una de las organizadoras del eventro, reconoció el valor de la manifestación; sin embargo, señaló que “hay cosas que mejorar como la inclusión de los líderes de las víctimas en el debate. No se puede desintegrar la idea de movilización y de participación de quienes han padecido todo el dolor.  No se debe olvidar que esto fue convocado y posible por las organizaciones de víctimas, no es un logro para aplaudir al gobierno”.

Un integrante del grupo de víctimas que viajaron desde el Río Atrato por lancha y luego en buses durante 12 horas, expresó que “nosotros venimos de muy lejos, sacamos plata para venir hasta aquí y con qué nos encontramos, no pudimos marchar, nos metieron acá a esperar y ni siquiera pudimos expresar todo lo que habíamos preparado”.

Si como bien lo dijo Gerardo Vega “logramos poner el tema de las víctimas y la restitución de tierras en la agenda nacional”, es claro que, en la perspectiva de las necesidades de las comunidades que padecieron la violencia guerrillera y paramilitar, y tal como lo expresaron al final del evento, aún falta mucho para que sean escuchadas y atendidas de la manera en que lo requieren.

(*) Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes