Los pueblos afrocolombiano e indígena de Bojayá-Chocó hacemos memoria de los hechos luctuosos que acontecieron el 2 de mayo de 2002, donde en medio de la confrontación armada de los paramilitares y la guerrilla de las FARC-EP murieron 79 personas civiles, de las cuales 48 eran menores de edad, lo que el mundo conoció como la “masacre de Bojayá”.
Hemos venido desde Bojayá con la facilitación del gobierno de Noruega, a quien agradecemos sus buenos oficios, para sostener un diálogo con la delegación de las FARC-EP quien ha manifestado su intención de pedir perdón por estos luctuosos hechos.
Agradecemos el apoyo de los países garantes, Cuba y Noruega, de los países acompañantes, Chile y Venezuela, a la oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y a la representación del gobierno de nuestro país, Colombia, en este acto en el que escuchamos la voz de las FARC-EP reconociendo su responsabilidad, la voluntad de resarcir los daños causados a nuestras comunidades, el compromiso de no repetición y reparación de las víctimas.
En nuestra memoria está grabado de forma imborrable el dolor que produjo esta masacre, los múltiples daños físicos, psicológicos, sociales, culturales, materiales y espirituales que aún están esperando ser reparados.
1. Los Hechos
Desde el día 23 de abril de 2002, la Diócesis de Quibdó, la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo, empezaron a emitir al gobierno nacional alertas tempranas, ante la retoma paramilitar a Vigía del Fuerte y Bellavista (Bojayá), de una inminente confrontación con la guerrilla de las FARC-EP, donde la población civil iba a quedar en medio del fuego cruzado.
El gobierno hizo caso omiso a estas alertas tempranas, pues el 1 de mayo de 2002 la guerrilla de las FARC-EP inició la ofensiva contra los paramilitares que se habían acantonado en el casco urbano del municipio de Bojayá, denominado Bellavista.
La población se llenó de pánico y varios centenares corrieron a refugiarse en el templo católico del lugar y en la casa de las hermanas agustinas misioneras, buscando la seguridad de las edificaciones de ladrillo y la protección divina al estar en un lugar sagrado.
En el extremo norte del pueblo de Bellavista se encontraba el barrio “Pueblo Nuevo”, lugar desde el cual la guerrilla de las FARC-EP se dispuso a lanzar pipetas explosivas hacia la escuela contigua al templo, donde estaban los paramilitares, una de las cuales cayó justo en todo el templo, ahí en el altar, donde se aglomeraban las personas, y allí fue cuando se produjo el desastre de la muerte de 79 personas civiles y otras tantas heridas, así como el pánico generalizado que aún pervive en el alma de los habitantes de Bojayá.
Con estos muertos hubo muchos heridos, y con ello se produjo un desplazamiento masivo de los caseríos del medio Atrato, llegando a ser alrededor de 7.000 personas, la mayoría de las cuales se fueron para Quibdó.
Desde que ocurrieron estos hechos, las comunidades, las organizaciones étnico-territoriales de los pueblos afrocolombiano e indígenas y la Diócesis de Quibdó, hemos estado denunciando que la responsabilidad de estos hechos es compartida y recae en:
a) La guerrilla de las FARC-EP que siguió el combate en medio de la población civil, dentro de lo cual lanzó la pipeta contra los paramilitares pero que cayó en la capilla donde se refugiaban centenares de personas de la población civil.
b) Los paramilitares por haber tomado a la población civil de escudo humano.
c) El Estado Colombiano, por no haber atendido la alerta temprana que oportunamente se lanzó pidiendo su intervención para prevenir estos hechos, así como por la abierta connivencia de la fuerza pública con los paramilitares.
Honramos la memoria de nuestras víctimas que fallecieron, expresamos nuestra solidaridad con las víctimas sobrevivientes y estamos esperando una petición de perdón de todos los actores, armados y no armados, que tuvieron responsabilidad por acción y omisión en este deplorable acontecimiento, al igual que se asuma las consecuencias de tales responsabilidades, por ello reiteramos nuestra permanente exigencia de Verdad, Justicia y Reparación.
2. La Contrición como camino hacia la Reconciliación
La petición de perdón no debe dirigirse solo a nosotros, sino además, a todos los pueblos afrocolombianos e indígenas de la región del Pacífico, pues nuestra situación de víctimas se replica, de diversas formas, a lo largo del Chocó Biogeográfico.
El perdón sólo lo puede otorgar cada víctima, cada sobreviviente, por eso nosotros llevaremos a nuestras comunidades esta declaración de petición de perdón que hoy ha hecho las FARC-EP. Escuchar de todos los actores que pidan perdón a las víctimas es un paso muy necesario para poder iniciar una auténtica reconciliación en el país, pues estamos convencidos que no podemos seguir con esta violencia que nunca termina, sino que se sigue prolongando y degradando, al contrario, se debe parar ya este derramamiento de sangre, para reconstruir nuestro país sobre la base de la equidad y la justicia.
Ante esta petición de perdón consideramos que las FARC-EP deben mostrar actos concretos que manifiesten su contrición, de tal manera que la sinceridad manifiesta se traduzca en acciones concretas, entre las cuales señalamos las siguientes:
2.1.No repetición
Los hechos del 2 de mayo de 2002 ocurridos en Bojayá nunca más se deben repetir, al igual que no se debe repetir la continua victimización a la que están expuestas nuestras comunidades, por lo tanto este camino de reconciliación debe construirse sobre el compromiso de no realizar más agresiones a la población civil.
2.2.Enmienda Reparadora
La petición de perdón se debe traducir en actos de enmienda que conduzcan a la reparación de las víctimas, para eso consideramos que la guerrilla de las FARC-EP debe comprometerse de forma inmediata a respetar la autonomía que como pueblos y grupos étnicos tenemos reconocida por convenios internacionales y reafirmada por la Constitución y la ley, sobre la propiedad y uso de nuestros territorios y nuestras formas de gobierno tradicional.
2.3.Bojayá y el Pacífico como Territorio de Paz
Esta petición de perdón debe reflejarse en la mesa de negociaciones con el Gobierno Nacional, por ello trasladamos a dicha mesa la exigencia que se declare a Bojayá y el Pacífico en general, como un Territorio de Paz que contemple al menos los siguientes elementos:
- Establecer en el antiguo lugar del poblado de Bellavista-Bojayá, donde aún permanece la capilla y las casas misioneras, un centro regional de memoria de las víctimas, para que sea un escenario de reflexión, formación y divulgación sobre hechos de una paz firme y duradera.
- Para saldar la deuda histórica que el Estado colombiano y el país tienen con nuestra región, se debe redefinir el modelo económico extractivista de nuestra madre naturaleza, para pactar con el Estado Central, un ordenamiento territorial basado en los usos definidos por nosotros, pueblos indígenas y afrocolombianos, en nuestros Planes de Vida y Planes de Etnodesarrollo, donde el criterio fundamental es garantizar la soberanía alimentaria y la accesibilidad al goce real y efectivo de los derechos a la salud, educación, vivienda y trabajo, en perspectiva intercultural.
Este diálogo sobre perdón y reconciliación con las comunidades de Bojayá se ha iniciado con este acto en La Habana, pero debe continuar en el propio territorio de Bojayá, por ello confiamos en que los países garantes y acompañantes, apoyen, con la anuencia del gobierno colombiano, un diálogo directo con nuestras comunidades, que esperamos sea a mediados del año 2015, donde se pueda constatar que las FARC-EP han iniciado un proceso de enmienda reparadora, para lo cual los testigos, dentro de los cuales está la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, deberán hacer una observación permanente al respecto.
Finalmente, recibimos con esperanza el anuncio hecho por las FARC-EP del “cese al fuego unilateral e indefinido”, pues debe ser el preludio para la terminación de la confrontación armada y el respeto absoluto a la población civil. Invitamos a las partes de la mesa de diálogo de la Habana a que no se levanten sino hasta la firma del acuerdo final de terminación del conflicto para la construcción de una paz firme y duradera con justicia social y equidad.
Delegación de Bojayá.