Mataron sus cuerpos, pero sus espíritus siguen vivos en la comunidad y en nuestra memoria. Por eso nos vamos a reunir con todas las personas que quieran participar, el día 9 de septiembre 2010 a las 10 a.m. en Samaniego, donde María Hildegard está enterrada, para reafirmar, que la muerte no tiene la última palabra.
María Hildegard Feldmann, durante 30 años fue misionera de la “Comunidad de Laicas Misioneras” (GLM), de Suiza. Prestó sus servicios como enfermera profesional en la India durante casi 20 años, después por varios años en Bocas de Satinga, de la Diócesis de Tumaco. Apenas unos 3 meses antes de su asesinato había llegado a la vereda de El Sande, donde empezó a trabajar en programas pastorales de salud y formación de promotores.
El día 9 de septiembre de 1990, tropas del Grupo Mecanizado No 3 Cabal, se encontraban realizando actividades contraguerrilleras en el Municipio de Guachavés. A las 5 de la tarde, aproximadamente, en la inspección de « El Sande », ejecutaron a un hombre que, según varias versiones oficiales, cumplía labores de vigilancia para la columna guerrillera que se encontraba en la zona. Posteriormente, las mismas tropas se dirigieron a una casa de habitación cercana al lugar de los hechos, penetrando violentamente y a los gritos de « guerrilleros hijueputas », dispararon indiscriminadamente, dando muerte al propietario de la casa, Ramón Rojas Erazo, a Néstor Hernando García, el empleado de Ramón Rojas E. y a Maria Hildegard Feldmann, quien atendía como enfermera a una mujer de la región. Fue lesionada gravemente la señora Luz Marina Erazo Portilla. Las víctimas de la acción militar fueron presentadas ante la opinión pública como « guerrilleros e integrantes de las FARC ».
En una improvisada “necropsia” antes de su entierro se pudo constatar que el proyectil que entró a la altura del corazón de Maria Hildegard fue activado a una distancia de menos de un metro. También las demás víctimas mostraron heridas de la misma característica. Por lo tanto se puede suponer que se trata de homicidios intencionales.
Nunca la Comunidad Misionera Laica (GLM) recibió un fallo jurídico, mucho menos una indemnización, nunca una rectificación del periódico “El Espectador” que la tildó como “guerrillera”.
La Señorita Luz Marina Erazo Portilla, gravemente herida, estando en el Hospital de Samaniego, recibió amenazas por parta de integrantes del ejército para que no diera declaraciones, la esposa del Señor Rojas Erazo murió años más tarde, sin que sepamos si recibió una indemnización o no. Ningún integrante de la patrulla contraguerrilla que realizó el asalto ha sido judicializado, a pesar de los esfuerzos de diferentes grupos religiosos, entre ellos la CRC (Conferencia de Religiosos de Colombia).
Podemos decir, que estos crímenes han sido de los primeros “falsos positivos” denunciados en Nariño. Solamente el hecho de que Maria Hildegard era ciudadana suiza, ampliamente conocida por su trayectoria misionera y profesional, salvó la honra de las víctimas.
Si nos reunimos ahora el 9 de Septiembre en Samaniego, significa por lo tanto también, hacer memoria de 20 años de no-olvido de miles de vidas cegadas violentamente, que hasta hoy son crímenes sin justicia, sin verdad y sin reparación, y quedaron en la completa impunidad. Este hecho nos compromete aún más: No habrá “caso cerrado” mientras las familias, amigos y allegados de las víctimas no reciban siquiera el derecho a la verdad.