MARÍA JIMENA DUZÁN: ¿Cómo nació ese proyecto de investigación periodística que se llama Verdad Abierta?
MARÍA TERESA RONDEROS:Nació ante la necesidad de ver que los medios no estaban pudiendo contextualizar toda la información que sa
lía de la Ley de Justicia y Paz. Con ese propósito hicimos en Colombia un seminario de Medios, Memoria y Justicia Transicional y trajimos a gente de otros países como Bosnia para que nos contaran qué hacían los medios para ayudar a reconciliar a una sociedad que ha estado marcada por el odio.
Y a nosotros nos tocó hacer un estudio del caso sobre lo que había salido en los medios colombianos sobre la audiencia del Alemán y nos dimos cuenta de la confusión que tenían: en unos decían que era un héroe y en otros que era un villano. No había contexto. Empezamos por lo obvio. Es decir por mostrar quién era quién dentro de los paramilitares desmovilizados, cuántos bloques existían, etcétera. Luego empezamos a cubrir las versiones libres casi diariamente y recuerdo que éramos prácticamente el único medio.
M.J.D.: ¿Me está diciendo que no había interés por parte de los medios?
M.T.R.: La extradición a Estados Unidos de los cabecillas de los paramilitares produjo un profundo desinterés en los medios. Ya no se trataba de cubrir la versión de Mancuso o de Jorge 40 sino de la mandos medios como un H.H que nadie conocía.
M.J.D.: ¿Podían entrar sin problema a las versiones libres? Se lo pregunto porque yo como víctima lo intenté más de una vez, pero no nos dejaron entrar. Y cuando los fiscales lo permitían y nos avisaban a tiempo, nos dejaban entrar pero en otros cuartos y nos tocaba ver la versión por un circuito cerrado. ¿Ustedes pudieron verles las caras?
M.T.R.: No, a nosotros tampoco nos permitían entrar a las audiencias y nos tocaba irnos a un cuarto. Sin embargo, lo que nosotros hicimos les permitió a las víctimas saber qué decían sus victimarios.
M.J.D.: Uno ve que todavía los paramilitares y parapolíticos siguen desde la cárcel moviendo sus hilos en el negocio del narcotráfico, de la política. ¿Sí ha servido para la reconciliación el proceso de Justicia y Paz?
M.T.R.: Yo tengo una visión muy constructiva de lo que ha pasado con ese proceso. Primero, creo que ha sido positivo para el país. El país no se habría enterado de la mitad de lo que hoy sabe si no hubiera habido Ley de Víctimas y si no hubiera habido restitución. La parapolítica no se habría alimentado de la mitad de lo que se ha alimentado –hoy hay 62 congresistas condenados, cifra que vista desde Colombia parece poca pero vista internacionalmente es una barbaridad–.
Sin las versiones que se dieron en Justicia y Paz no hubiera habido parapolítica, se lo aseguro. La Corte Suprema sola no hubiera podido hacer lo que hizo sin haber contado como elemento probatorio con todo lo que dijeron en Justicia y Paz los mandos medios. Obviamente todavía faltan por saber más verdades, pero hemos avanzando mucho. Tal vez lo más importante de este proceso es que ha empoderado a las víctimas que nunca creyeron que podían tener la fuerza de exigirle a la Justicia como lo han hecho.
M.J.D.: Sorprende que sea tan optimista con un proceso que luego de siete años solo ha tenido dos condenas…
M.T.R.: Obviamente el proceso tiene una cantidad de problemas que no voy a negar. Pero le repito, a pesar de todos los errores que ha tenido, le ha servido al país para empezar a reconstruir la memoria y la verdad del paramilitarismo.
M.J.D.: Cuando uno lee todos los informes sobre las versiones libres que ustedes sacaron llega a la conclusión de que verdad hubo más de lo que el país cree y que lo que pasó es que no supimos qué hacer con ella…
M.T.R.: Eso es cierto. Sin embargo, lo que a mí me preocupa es que sigue habiendo una parte de la verdad sobre el paramilitarismo que sigue esquiva. Todavía nos falta saber cuáles fueron las personas que se enriquecieron con este reguero de muertos; cuáles se enriquecieron gracias a que hubo gente a la que le quitaron su tierra. Me parece muy importante que la Fiscalía esté priorizando delitos como el abuso sexual, o la desaparición forzada pero yo quisiera saber qué pasó con la para economía.
M.J.D.: Usted descubrió que las tierras que compró el empresario Efromovich eran baldías. ¿Cómo lograron llegar a esa conclusión?
M.T.R.: Esa fue la investigación sobre la Hacienda Bellacruz de propiedad del exministro Marulanda, el mismo que fue extraditado desde Bélgica y que tiene a su hermano acusado de paramilitarismo. Según varios de los paramilitares desmovilizados, la casa de la finca era el cuartel paramilitar, donde mataron y desplazaron. Lo que descubrimos es que Marulanda englobó esa finca, que eran baldíos y se la vendió a Efromovich. Después de nuestra investigación el Incoder llegó a la misma conclusión.
M.J.D.: ¿Y cómo descubrieron que esas tierras eran baldíos?
M.T.R.: Pues porque lo decían las escrituras. ¿Cómo fue que los abogados de Efromovich no se dieron cuenta de eso? No lo sé. Cuando sacamos la investigación incluso entrevistamos largo a Efromovich, quien propuso una buena solución para salir de ese problema. Por eso creo que es extraño que Efromovich hubiera salido luego a demandar penalmente a la exdirectora del Incoder. Me parece una decisión equivocada.
M.J.D.: ¿No le han dicho que Verdad Abierta sólo habla de víctimas, de paras, de asesinos y que así no se construye el país?
M.T.R.: Si queremos construir país debemos saber la verdad de lo que nos sucedió.
M.J.D.: También hicieron la investigación sobre la forma como se vendieron fincas del temible Carranza…
M.T.R.: Esa historia surgió por la denuncia de una víctima. Eso también nos ha abrumado. No se imagina la avalancha de víctimas que nos llegan denunciando. Lo que hacemos es que las escogemos y las investigamos. El caso de la venta de tierras en Mapiripán salió en cambio de una declaración de Don Mario en Justicia y Paz. Él dijo que había comprado unas fincas en Mapiripán, porque Vicente Castaño quería hacer allá unos sembradíos de palma.
La reportera de Verdad Abierta oyó esa declaración y se dio cuenta de que había una gran historia. Por eso digo que los medios en Justicia y Paz han tenido una mina de oro que muchas veces no la han explotado en toda su dimensión. También hemos hecho historia como la que acabamos de hacer en Tumaco a donde fuimos a hacer un reportaje sobre cómo estaban reclutando niños las bacrim, la guerrilla, la mafia.
Descubrimos a una población asustada que vive en guerra. Vimos cómo las mamás metían a sus hijos como fuera en barcos a medianoche para mandarlos para el Ecuador asumiendo riesgos impresionantes tratando de evitar que sus hijos terminaran reclutados en la guerra. Esas historias están pasando hoy en Colombia y no las vemos.
M.J.D.: ¿Por qué hay la impresión de que los colombianos no hemos aprendido la lección del paramilitairsmo?
M.T.R.: Yo creo que hay un problema para que esta información baje. Lo que le llega a la mayoría son unos titulares. Estamos desarrollando con Memoria Histórica una aplicación de celular para que los investigadores, maestros o cualquier ciudadano interesado la pueda bajar y pueda saber el lugar de las masacres que han ocurrido cerca del sitio donde se encuentra.
M.J.D.: Solo en un país como Colombia hacemos una aplicación para saber cuántas masacres han sucedido en lugar donde uno se encuentra. ¿Cuál es el propósito de una aplicación tan macabra?
M.T.R.: Es un piloto, pero la idea es que en unos años con esa aplicación se puedan enterar de cuál ha sido la historia del conflicto alrededor de su pueblo, de su barrio, de su vereda.
M.J.D.: ¿Qué mitos habría que desterrar del paramiltarismo?
M.T.R.: El libro Mi confesión de Carlos Castaño que tengo entendido se ha vendido más que Cien años de soledad. Está lleno de mentiras.
M.J.D.: ¿Como cuáles?
M.T.R.: En el libro está el mito de que todos los Castaño salieron a vengar la muerte de su padre, asesinado por las Farc. Lo que yo he podido investigar es que ellos ya eran tremendos asesinos y poderosos narcotraficantes mucho antes que su padre fuera asesinado. No es cierto que la muerte de su padre los lanzó al paramilitarismo. Ellos ya tenían sus ejércitos privados.
M.J.D.: ¿Cuál va a ser su nuevo desafío?
M.T.R.: Nos falta saber mucho más sobre la guerrilla. Ese es el gran tema que se nos abre ahora. Hace poco hicimos un informe sobre el Caquetá en el que contamos una historia que yo no conocía: cómo las Farc han perseguido a los protestantes en esa región. Sin embargo, todavía nos falta responder muchas preguntas sobre esa guerrilla: ¿por qué han durado tanto en el monte?, ¿a quiénes protegieron?, ¿a quiénes no?, ¿cuál es su relación con la tierra?, ¿cuál es su relación con el narcotráfico?
M.J.D.: ¿Ha sido fácil investigar a la guerrilla?
M.T.R.: No, no lo ha sido. Para la investigación sobre el Caquetá les mandamos un cuestionario a los guerrilleros que están en La Habana y ni siquiera nos contestaron. A lo mejor no les gustó el cuestionario. Hay sin embargo temas que ya intuimos mejor. Se ha hablado de que la guerrilla despoja pero lo que hemos podido constatar es que ese despojo es muy distinto al del paramilitarismo. Las Farc utilizan la compra de tierras para establecer un control territorial y para crear corredores de seguridad. Pero la verdad sobre la guerrilla sólo se podrá saber cuando haya paz.