Cuando el director de Invías informó que faltaban acuerdos con las comunidades, licencia ambiental y recursos para cuarenta kilómetros de pavimento en el tramo Tadó-Apía, unos setenta mil millones de pesos, Uribe se salió de casillas: “Me engañaron. Esto es una vergüenza. Quedamos muy mal. Esto queda para el próximo gobierno”.
El Ministro de Obras anunció que el tramo Quibdó-El Siete sería pavimentado siempre y cuando se aseguren y conserven los cincuenta mil millones de pesos de recursos complementarios remanentes de la licitación global, es decir, cumplir el compromiso acordado en el paro cívico con el Comité por la Salvación del Chocó. De inmediato Uribe aseveró: “No puedo garantizar los recursos complementarios. Eso requiere acciones del Minhacienda y del próximo gobierno”.
La directora de Invías Chocó informó que se trabaja en los dos primeros kilómetros del ramal de la fuente de materiales de Nuquí y que la vía principal de la vía al mar Nuquí-Cupirijo se iniciará en enero de 2011. “¿Dos años para entrar a la fuente de materiales? En nada estamos”, apostrofó Uribe. “135 mil millones de pesos y unos interventores que parecen enfermos, ni siquiera tienen claridad”.
Y cuando un delegado de San José del Palmar denunció que ese municipio lleva diez días taponado por derrumbes en la vía a Cartago, Uribe explotó de nuevo: “¡Qué vergüenza el Ministerio de Transporte! Esto no es serio. Que se queden en Quibdó atendiendo los problemas de vías”.
El tema de salud se inició con intervenciones floridas de funcionarios del Ministerio de Protección Social y de Caprecom, quienes llegaron incluso a afirmar, sin soportes serios, que existían enormes avances y que se habían reducido de manera gigantesca los índices de mortalidad en el Chocó.
Todo quedó desmoronado cuando una representante de los indígenas mostró los documentos con la relación de 280 indígenas muertos por desnutrición y desatención en salud en el último año, un centenar de los cuales eran menores de edad. El alcalde de Bajo Baudó corroboró la tragedia de la salud y enfatizó en la falta de medicamentos.
“Señores del Ministerio. ¡Sancionen a esa empresa Endisalud, quítenle la licencia! La verdad fue que intervinimos la salud del Chocó para que no se la roben”, dijo Uribe.
Pero eso había sido opacado por su asesor Juan Guillermo Ángel cuando informó que el interventor de Dasalud “resultó calceto” y que tenía líos con la justicia.
Las llagas del circo uribista salieron a flote al conocerse que se impidió el ingreso al recinto de los miembros del Comité Cívico por la Salvación del Chocó. Y al aflorar varias intervenciones críticas de miembros de la comunidad chocoana, que calificaron como desastrosa y mentirosa la gestión oficial en vías y salud y que pidieron la renuncia de los ministros, de inmediato Uribe cambió su papelón de falso opositor a su propio gobierno, les cortó el uso de la palabra y vociferó: “No acepto críticas, discursos y mofas injustas contra mi gobierno”.
Buscando edulcorar el desagradable ambiente frente al desastre gobiernista, el sainete “comunal” terminó con unas deplorables y penosas intervenciones de algunos alcaldes, que más bien parecían humillantes ditirambos de esclavos traidores a los suyos y serviles ante el capataz.
El mejor resumen del balance del gobierno de Uribe en el Chocó lo hizo el propio Uribe en el último show presidencial: “Esto no es serio. En nada estamos. Esto es una vergüenza. Quedamos muy mal”.