Los presidentes que en esta República han sido, han mantenido al Chocó de promesas en promesas hasta nuestros días. Y, después de más de ochenta años, siguen siendo eso, promesas. Vamos a referirnos a cada una de ellas en forma cronológica.
En 1930 el presidente Enrique Olaya Herrera, en una gran alocución se comprometió, respaldado por leyes existentes al respecto, a construir el carreteable Quibdó-Istmina-Nóvita- Cartago. Promesa que en su cuatrienio no se cumplió y la vía todavía no llega a San José del Palmar.
En 1934 el presidente Alfonso López Pumarejo (López el Grande) le prometió a los chocoanos la construcción de la carretera Quibdó-Bahía Solano, en donde se llevaría a cabo un gran proyecto de colonización. Proyecto que se inició y nunca se concluyó y la carretera nunca llegó.
En 1938 el presidente Eduardo Santos, tío abuelo de Juan Manuel, nuestro actual presidente, se comprometió en Istmina, a donde llegó con su señora esposa, Lorencita Villegas de Santos, vía Buenaventura, a construir un hospital para esa localidad y el camino carreteable Quibdó-Istmina. El hospital se construyó y por eso lleva su nombre. La vía no se hizo en su gobierno, sino muchos años después.
En 1948 el presidente Mariano Ospina Pérez, por medio de la ley 12 de ese año, que se conoció como Plan Vial del Chocó, prometió hacer realidad las vías de nuestro departamento y, a petición de Diego Luis Córdoba, se incluyó en dicha ley la construcción del camino Quibdó-Guayabal-Neguá-Bebaramá-Bebará-Urrao. Esta promesa tampoco se cumplió y solo en el gobierno de Misael Pastrana Borrero llegó el primer carro a Guayabal. Faltaban los puentes.
En 1966, después de un vacío de promesas de más de quince años, el presidente Carlos Lleras Restrepo, abuelo del actual electo vicepresidente, en medio de un gran despliegue periodístico, que se convirtió en un gran show mediático, le prometió al Chocó, a Colombia y al mundo la construcción del «Canal de los Grandes Lagos», inundando los valles del Atrato y el San Juan, uniendo los dos mares Atlántico y Pacífico por el Istmo de San Pablo o Arrastradero del Cura. Esta gran promesa del doctor Lleras Restrepo se convirtió en otra frustración del pueblo chocoano.
En 1974, Alfonso López Michelsen (el compañero jefe) se comprometió a construir el nuevo hospital San Francisco de Asís, de segundo nivel. Cuando vino a Quibdó, pocos días antes de terminar su gobierno, a inaugurar el centro asistencial, éste se encontraba todavía inconcluso. Por falta de seguimiento de la misma no se enteró del estado real de la obra.
En 1978, Julio César Turbay Ayala, en el atrio de la Catedral de San Francisco de Asís, se comprometió a ir a Nuquí en carro, antes de terminar su gobierno. Terminado su período presidencial no fue a Nuquí ni en carro ni en avión. Esta promesa incumplida por el presidente Turbay fue una gran frustración para los chocoanos ya que el pueblo confiaba en él.
En 1982, el presidente Belisario Betancur, en el parque del Centenario, manifestó: «Yo me comprometo a construir la carretera Ánimas-Nuquí durante mi gobierno, viejo anhelo de este bello pueblo. Les juro que cumpliré». Betancur tampoco cumplió su promesa.
El presidente Virgilio Barco no tuvo necesidad de hacernos promesa alguna, pues el 26 de mayo de 1987 tuvo que enfrentar «La Rebelión Chocoana», el paro cívico más largo y explosivo que haya realizado el Chocó en toda su historia. Gracias a esa gloriosa jornada cívica de nuestro pueblo, logramos doblegar el orgullo del ejecutivo nacional y conseguir la Ciudadela Universitaria, puente de Yuto, edificio del Sena y otras obras que constituyen un hito en el desarrollo de nuestra comarca.
En 1994, el presidente Samper, en el malecón de Quibdó se comprometió a combatir la corrupción en el Chocó y en el país y agregó: «Hay que arrojar a los corruptos chocoanos en una jaula al río Atrato». No hizo ni lo uno ni lo otro. Y, su gobierno se recuerda como uno de los más corruptos en la historia reciente.
En el 2002, el presidente Álvaro Uribe Vélez, a quien conocíamos desde que fungió como gerente liquidador de la compañía, se comprometió con los chocoanos a construir la vía Ánimas-Nuquí y a pavimentar los tramos carreteables La Mansa-Quibdó y Pueblo Rico-Tadó. Promesas confirmadas en todos los consejos comunales que realizó en Quibdó. Sin embargo, se terminó su doble período presidencial y la vía a Nuquí no avanzó un milímetro y su continuación está envolatada. En cuanto al pavimento de las vías ya mencionadas, las obras avanzan a paso de tortuga y su financiación para llevarlas a feliz término no quedó asegurada. Uribe tampoco cumplió y dejó al Chocó colgado de la brocha.
El actual presidente, Juan Manuel Santos, le acaba de hacer al Chocó dos promesas: la construcción del Puerto de Tribugá, en desarrollo de un programa que llama «Región Pacífica Tierra de Paz y Mar de Prosperidad». La segunda es la vieja idea de unir al Pacífico y el Atlántico en el Chocó, por medio de una vía terrestre o canal seco, ahora con el ingrediente de ser financiada por un consorcio chino. ¿Será verdad tanta belleza? ¿No será otra falsa promesa?
Por estas conductas hemos de protestar muy pronto.