Al encuentro asistieron los obispos: Gustavo Girón Higuita, de la diócesis de Tumaco, Fidel León Cadavid Marín, de Quibdó (trasladado a la Diócesis de Sonsón-Rionegro), Julio Hernando García, de Istmina-Tadó y Luis Adriano Piedrahíta, de Apartadó, así como varios miembros de la Coordinación Regional del Pacífico Colombiano.
Reunidos en el despacho vicepresidencial, los obispos le manifestaron a Angelino Garzón la preocupación por la locomotora de la minería y los hidrocarburos y el impacto de una economía extractiva en función más del desarrollo del mercado que en función del desarrollo humano. Los obispos plantean que el desarrollo debe verse desde la perspectiva humana, de manera integral y debe estar al servicio de las comunidades que habitan la región del Pacífico.
Los obispos, quienes también le presentaron la carta pastoral “Tierra y Territorio don de Dios para la Vida” donde también están contenidos los temas tratados, consideran que se están llevando a cabo obras que no solamente son inapropiadas, sino que no han cumplido los requisitos de la consulta previa, según lo establecido en el convenio 169 de la OIT. Una de las falencias de la consulta previa es que los procesos son mal llevados y se hacen bajo presión de los actores del conflicto armado, o por la influencia de algunos sectores políticos.
Así mismo, el conflicto armado se ha ampliado y degradado con la presencia de las guerrillas, grupos paramilitares y bandas emergentes. Son ejércitos de ocupación. Los desplazamientos que ha habido coinciden con avanzadas militares y paramilitares en función de un despojo en favor de otros intereses distintos a los de las comunidades. Se denuncia en muchos lugares del Pacífico la connivencia de la fuerza pública con paramilitares o bandas criminales.
Lo que denuncian los obispos, es que está en peligro el territorio, esencial en la vida de las comunidades. Ha habido muchas muertes, desplazamientos, ha habido una desestructuración social, problemas alimentarios.
Los problemas de las plantaciones de palma, de caña de azúcar, la explotación de la madera, la minería ha deteriorado el entorno que facilita la alimentación de estas comunidades.
Respecto a las fumigaciones aéreas, los obispos denuncian que han traído la ruina de los campos. Para fumigar una hectárea se afectan 8, 10 ó 20 hectáreas, lo que ha generado un mayor empobrecimiento de la población, los pequeños cultivadores de pancoger han fracasado.
Los obispos ratifican que las comunidades del Pacífico tienen sus proyectos de vida, sus planes de etnodesarrollo que deben ser tenidos en cuenta a la hora de intervenir su territorio hoy amenazado.
Sobre el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales se planteó la urgencia de que el Estado colombiano asuma las recomendaciones emitidas por el comité que hace seguimiento para hacerlos respetar, garantizar y cumplir.
En el encuentro se acordó realizar tres reuniones con presencia de funcionarios del alto gobierno, la iglesia católica y las organizaciones étnico territoriales: Una en Quibdó el 11 de marzo, otra en Buenaventura el 25 de marzo y en Tumaco el primero de abril de 2011.
El vínculo del video del encuentro es http://www.youtube.com/watch?v=wnKuNNSU