Nuestro Secretario General hace una interesante relación entre la ficción de una serie de la televisión colombiana y la dura realidad en que vivimos.
Colombia necesita un ingeniero
Leyner Palacios Asprilla
Al cierre de la serie de televisión colombiana denominada “La Venganza de Analía”, la trama de buscar de diversas maneras las pruebas que pudieran llevar a la cárcel a un criminal polifacético que había hecho carrera política desde el cargo de concejal de municipio, pasando por Senador de la República hasta encabezar la candidatura presidencial de su partido “Fuerza Democrática”, me surge la siguiente reflexión. De múltiples maneras la protagonista, que procura venganza y justicia, al ser víctima del asesinato de su madre, cometido por el candidato presidencial “Mejía”, intentó recolectar tales pruebas, encontrando en el camino testimonios de mujeres violadas por el coprotagonista, hechos de corrupción y autoría intelectual en muchos asesinatos, pero estrellándose con la realidad que el poder del político era tan grande que no había concluido ninguna investigación que lo incriminara.
Parecía que al final el delincuente candidato iba a ganar la presidencia, hasta que finalmente, hicieron posible su captura, los testimonios valientes de algunas mujeres violadas y la difusión de unas pruebas no concluyentes de corrupción en los medios de comunicación.
No obstante, al momento del juicio, apareció la prueba contundente: su lugarteniente de décadas, jefe de seguridad, exmilitar, denominado “el ingeniero”, por giro argumentativo de la ficción, se arrepiente y se presenta en la sala reconociendo su autoría material de los asesinatos y otros delitos, en los que inculpó como autor intelectual a su jefe, además adjuntó grabaciones de las últimas órdenes recibidas por Mejía. Fue esto, lo que definitivamente produjo un fallo condenatorio y se acabó la vida política del coprotagonista.
Pareciera que en la vida de no ficción en Colombia, nos está haciendo falta esa figura del “ingeniero”, pues hay un personaje similar al coprotagonista de la serie, que lleva a cuestas, desde hace varias décadas, muchas acusaciones e investigaciones por promover el paramilitarismo, favorecer redes del narcotráfico, ordenar chuzadas y perfilamientos a opositores políticos, defensores de derechos humanos, líderes sociales, magistrados de las altas cortes, periodistas y demás personas que considera enemigos. Ese mismo personaje, que toda investigación de la justicia la señala de persecución política, también es sospechoso de la presunta violación de una periodista que trabajaba con él.
Los lugartenientes de este señor, que en la vida real si llegó a la presidencia e hizo cambiar la constitución a su favor para tener una reelección, que han sido bien sea su jefe de seguridad, directores del DAS, nombrados por él, algunos de sus exministros condenados y muchos senadores que le apoyaron, ahora purgando penas por parapolítica, ninguno se ha atrevido a actuar como el “ingeniero” de la serie. A ellos les hace falta una contrición como el personaje de la ficción.
Esperamos que alguno de los referidos condenados diga la verdad, manifieste con claridad la responsabilidad o autoría intelectual de esos y otros delitos, por el que acusan a aquel, apodado por muchos el “innombrable”.