Las organizaciones étnico territoriales del Medio Atrato y la Diócesis de Quibdó alertaron sobre la crisis humanitaria que se ha generado en esta zona del departamento del Chocó, tras la retención del general Rubén Darío Alzate, del cabo Jorge Rodríguez Contreras y de la abogada Gloria Urrego, a raíz de los señalamientos que los medios de comunicación le han hecho a la comunidad del corregimiento de Las Mercedes, donde se presentó el plagio, como presuntas colaboradoras de las Farc, diciendo que los guerrilleros habrían salido de las casas.
“Rechazamos las especulaciones y los señalamientos de algunos medios masivos de comunicación social frente a los hechos acontecidos, sin tener claridad o certeza de lo ocurrido, involucrando de manera irresponsable a la comunidad y creando una situación que pone en alto riesgo la seguridad de sus habitantes. Insistimos en que la falta de previsión en la seguridad del general Alzate desde ningún punto de vista puede ser atribuida a la comunidad de Las Mercedes”, indica un comunicado difundido hoy, firmado por la Asociación Campesina Integral del Atrato (Cocomacia), el Consejo Comunitario Mayor de la Organización Popular Campesina del Alto Atrato (Cocomopoca), la Mesa de Diálogos de Concertación de los Pueblos Indígenas del Chocó, El Foro Interétnico Solidaridad Chocó y la Diócesis del Chocó.
En el mismo, aseguran que ni las autoridades étnicas de Las Mercedes ni la comunidad en general sabían de la visita del general Alzate y le piden al Ejército que garantice la protección de las comunidades y que no realice ningún operativo que las ponga en riesgo; a las Farc y a los otros grupos insurgentes en la zona que respeten a las comunidades y a los civiles y que cumplan el Derecho Internacional Humanitario (DIH); al Gobierno, que retome las negociaciones de paz de La Habana, y a los organismos internacionales y nacionales de derechos humanos que eviten la crisis humanitaria que se está provocando en la zona.
“Enfatizamos que cualquier acción que busque la liberación del general Alzate y sus acompañantes se debe hacer por la vía de diálogos humanitarios y no por operativos militares que no producen otra cosa que graves peligros para toda la población civil de la región del Atrato”, concluye el comunicado.
Es el sentir de unas comunidades que han sufrido en carne propia los rigores de la guerra. De ahí sus reclamos. En la página en internet del Observatorio Pacífico y Territorio, un colectivo que une a diversas organizaciones dedicadas a estudiar y reflejar las amenazas y los triunfos en la defensa de los territorios colectivos afrocolombianos y de los resguardos indígenas del Pacífico colombiano, se puede leer un artículo de opinión escrito por Jesús O. Durán, titulado: “Colombia y el mundo ya saben que existen Las Mercedes”. El texto es el fiel reflejo del sentir de los chocoanos y un reclamo, que ya parece eterno, por el abandono y olvido que ha padecido la región a lo largo de toda la historia.
“Si a un colombiano le preguntan dónde quedan Las Mercedes, seguro que va a decir que en el Chocó, “donde secuestraron al general”. Igual sucedió en el año 2002, cuando la masacre de Bojayá, un pueblo remoto del Chocó que ni el entonces presidente Andrés Pastrana sabía pronunciar (en una alocución se le oyó decir “Boyajá”)”, arranca diciendo.
Y agrega que el conflicto armado es lo que le da visibilidad al Chocó ante Colombia y el mundo: “Las notas y las crónicas de prensa, no pueden evitar hablar de Las Mercedes y de sus ‘casas miserables’, de ‘madera’, de ‘techos de zinc’, ‘de manos callosas de campesinos’, de esas cosas que nunca le han importado a nuestros presidentes excepto en épocas electorales, ni a los medios de comunicación masivos, excepto como datos para darle un toque de ‘color’ a la noticia”.
El artículo señala que no se había visto un despliegue de prensa ni de tropas en el río Atrato tan grande desde los sucesos de Bojayá. Y con tono crítico dice: “Nuevamente trastocan con sus pirañas, helicópteros y cámaras de televisión la cotidianidad de la gente. Llega la ‘inversión nacional’ a través de armas, municiones y uniformados. Nadie habla de los médicos y enfermeras que se necesitan, ni de los inexistentes centros de salud en los poblados, ni de la falta de escuelas y profesores, y hasta de alumnos, pues están desplazados, tampoco de que a los jóvenes se les sopesa como prospectos militares en bandos legales e ilegales, no como personas al servicio de la ciencia y la tecnología civil”.
Para terminar llamando la atención sobre lo que quizás la mayoría considere que es lo fundamental para alcanzar la paz: “Es importante que las Farc den muestras de paz. Pero el Gobierno colombiano también. Y las muestras de paz son el cambio en las tácticas agresivas contra los chocoanos, contra los indígenas, afros y demás personas, por tácticas de escucha de las propuestas del movimiento social y etnicoterritorial. El Estado debe dar cumplimiento a las exigencias reivindicativas de los colombianos (muchas de ellas causas del conflicto armado) y que se expresan en el respeto y la realización de los derechos económicos, sociales y culturales. Es necesario en los diálogos tener en cuenta al colombiano de a pie y a habitantes de poblados como Las Mercedes: ¿O quiénes van a refrendar los posibles acuerdos?”.
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