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El 13 de enero falleció en México el sacerdote franciscano William Riascos, gran inspirador de muchos procesos y luchas de los pueblos afrocolombianos en el Pacífico. Su cuerpo regresó al país en un vuelo que aterrizó en Cali la noche del viernes 17 de enero, luego fue trasladado hacia la ciudad de Buenaventura, allí recibió el homenaje de un velorio multitudinario con más de cuatrocientos asistentes.
Nativo de López de Micay, en la costa caucana, William Riascos era un hombre negro de gran carisma y sentido social. Se vinculó a la provincia de los Franciscanos de San Pablo y siempre fue fiel a los votos de humildad y pobreza de su congregación religosa. En su trasegar como pastor supo ubicarse al lado de las comunidades del Pacífico, por eso fue uno de los impulsores del artículo transitorio 55 de la Constitución de 1991 que luego derivó en la ley 70 de comunidades negras. Acompañó a la hermana Yolanda Cerón en Tumaco y la costa nariñense en su lucha por la defensa de los derechos humanos y la titulación colectiva de miles de hectáreas para los Consejos Comunitarios.
También fue cofundador de la de la Pastoral Afro a nivel nacional y posteriormente creó la organización Huellas Africanas en Buenaventura. Luego fue un activo promotor de la Coordinación Regional del Pacífico, aquel espacio de encuentro y articulación de las organizaciones étnico-territoriales por la defensa de sus territorios. En sus últimos años se desempeñó como párroco en ciudades distantes de su querido Pacífico. Anduvo por Popayán, por Santa Rosa de Cabal o Sincelejo, hasta que por último terminó radicado en México, sorteando dificultades personales que lo aquejaron al final de su vida.
Durante las exequias llevadas a cabo en la catedral de Buenaventura el domingo 19 de enero estuvieron presentes delegados y miembros de aquellas organizaciones que al padre Riascos impulsó y acompañó durante su vida, entre ellos Orlando Pantoja, palenquero mayor de COCOCAUCA y miembro de la Comisión Interétnica de la Verdad, quién resaltó ante los asistentes que «este grandioso hombre que parecía que no caminaba, pero caminando iba, congregó a muchos y muchas en su legado afro-diaspórico. Hoy nos preguntamos ¿William se nos fue? No, sigue ahí con su espíritu libertario y transformador».
«Su vida se podía sintetizar, a riesgo de simplificarla, en estas tres palabras: constancia, resistencia y esperanza» aseguró el antropólogo Jesús Alfonso Flórez, uno de sus compañeros de lucha desde hace más de treinta años. «La esperanza lo alimentó en la fe en su pueblo afrocolombiano y afroamericano, esa misma fe que se inspiró en el proyecto de un revolucionario, de un tal Jesús de Nazareth, que durante siglos fue atrapado por las estructuras del poder político y religioso, pero que William supo, junto a muchos miles en América Latina, redescubrir en clave de liberación”.
Las gentes de Santinga, de Guapi o Buenaventura siguirán recordando al padre Riascos, que hoy vive en los anhelos de paz y autonomía para el pueblo negro. Creemos que el padre Riascos ayudará en su nueva dimensión pascual a la CIVP, pues él fue un convencido de aquel principio del evangelio: “la Verdad les hará libres” (juan 8,32).