Un nuevo capítulo de terror causado por el control de la zona de bajamar de Buenaventura vivieron en días pasados los habitantes de los barrios Viento Libre, La Playita y Alfonso López Pumarejo, quienes, tras sendas balaceras que dejaron varios muertos, decidieron abandonar sus hogares para refugiarse en casas de familiares y en la sede de la Pastoral Social.
Los enfrentamientos comenzaron el viernes primero de noviembre, cuando hombres de ‘La Empresita’ ingresaron a esos barrios en lancha y se enfrentaron a ‘Los Urabeños’. Una fuente de la Personería de Buenaventura, que pidió la reserva del nombre, le contó a VerdadAbierta.com que ese día murieron tres personas y dos más el pasado lunes festivo. Se presume que los muertos pertenecían a las llamadas ‘bandas criminales’.
Según informes de inteligencia de la Policía, esta nueva ola violencia se desató porque ‘La Empresita’ quiere recuperar los territorios que hace un año les quitaron ‘Los Urabeños’ cuando se asentaron en la región. Antes de esa incursión, la zona era controlada por ‘La Empresa’, banda criminal conformada con miembros de ‘Los Rastrojos’, quienes luego de perder la lucha con ‘Los Urabeños’ se reorganizaron bajo el nombre de ‘La Empresita’.
Mientras esos grupos ilegales se disputan el control de las comunas 3 y 4 de Buenaventura, los habitantes de esos sectores marginales viven aterrorizados. VerdadAbierta.com intentó comunicarse con algunos de sus pobladores, pero no fue posible. El funcionario de la Personería consultado indicó que “el silencio reina en la comunidad y se sienten más seguros callados”. Asimismo, explicó que las personas no denuncian muchos crímenes por temor.
Actualmente la situación de los desplazados es crítica. Un funcionario de la Agencia para los Refugiados de la ONU (Acnur), le confirmó a VerdadAbierta.com que hasta el mediodía de este viernes, las casi 600 familias que desde la madrugada del miércoles abandonaron sus hogares, no han recibido la asistencia humanitaria requerida en estos casos: alimentación, albergue y atención psicológica. La Alcaldía les ofreció un albergue temporal a los desplazados, pero lo rechazaron porque no se encuentra en óptimas condiciones. Sin embargo, las autoridades anunciaron la realización de una jornada de atención integral.
La Personería de Buenaventura le ha hecho un fuerte llamado a las autoridades para que les garanticen la seguridad a los habitantes de los barrios afectados por la violencia y hagan presencia efectiva en todo el territorio. “La gente está asustada porque la Policía llega hasta cierto punto y no ejerce control en bajamar y en el monte”, indicó una fuente de esta dependencia del Ministerio Público.
Los bonaerenses parecen estar condenados a vivir en una espiral de guerra por su privilegiada ubicación sobre el océano Pacífico. A finales del siglo pasado padecieron el terror de los fusiles del Frente 30 de las Farc y del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), cuando se disputaron el puerto para el tráfico de armas y el cobro de `vacunas` a los narcotraficantes que enviaban drogas hacia Centroamérica. Ahora, en la segunda década del Siglo XXI, viven en medio de otra guerra y se ven obligados a salir despavoridos de sus casas por culpa de las balas de unos grupos ilegales que nacieron tras la desmovilización de las Auc, concluida en agosto de 2006.
Un año convulsionado
Buenaventura inició el 2013 con el pie izquierdo. Entre enero y la primera semana de febrero, 26 personas fueron asesinadas, y diez de ellas cayeron en una masacre ocurrida en la zona rural. Los hechos violentos son constantes y se han presentado cuatros desplazamientos interurbanos. Esta nueva fase de violencia se desencadenó en octubre de 2012.
En esa fecha tres personas fueron descuartizadas, otras 40 fueron asesinadas y se registraron al menos 35 balaceras. Esos hechos llevaron a que la Diócesis del municipio le hiciera un fuerte cuestionamiento a las autoridades.
Además, la Personería denunció que se presentaron 75 desapariciones forzadas y más de 1.500 personas huyeron de sus viviendas presas del miedo de caer en medio de los enfrentamientos armados o de ser víctimas de ataques arbitrarios.
Según un artículo de la revista Semana, el detonante de esa grave situación fue una nueva disputa entre ‘La Empresa’, una banda de por lo menos 150 personas al servicio de ‘Los Rastrojos’, y ‘Los Urabeños’, un grupo criminal que se conformó por varios desmovilizados de las Auc, como consecuencia de la entrega los jefes de ‘Los Rastrojos’ a las autoridades y al vacío de poder que esa circunstancia ocasionó.
Tras la entrega de Los Rastrojos, “algunos integrantes de ‘La Empresa’ se pasaron al bando de ‘Los Urabeños’, que en la zona es liderado por alias `Pony`. Ese movimiento en el bajo mundo criminal fue lo que sacudió el tablero y desde entonces se desató una guerra, no solo por el control territorial de los barrios para el manejo de extorsiones y el narcomenudeo, sino el de las rutas para exportar la coca hacia Centroamérica”, indica la publicación.
Casi un año después, el reacomodo de los grupos ilegales continúa afectando la cotidianidad de los pobladores del puerto valluno, quienes no han tenido momentos de tranquilidad en los últimos años; su pecado es vivir en una zona históricamente mal atendida por el gobierno nacional y, a su vez, estratégica para las organizaciones del narcotráfico que tienen allí uno de los principales centros de exportación de clorhidrato de cocaína a los mercados internacionales.