Un gran hueco gris en el corazón de la montaña, en el Cerro de Vita, en otrora lugar sagrado para el pueblo indígena chibcha y desde hace 30 años condenado a la explotación por parte de la multinacional Suiza Holcim.
Hace más de tres décadas encontraron en sus entrañas un mineral llamado “puzolana”, material aditivo para la elaboración del cemento. Como casi siempre, los habitantes creyeron que la presencia de la multinacional traería progreso y nuevos vientos de desarrollo para el pueblo.
Pero el proyecto de extracción no ha dejado ningún beneficio, no ha generado empleo, no ha mejorado las condiciones socio- económicas de la población, las regalías que llegan al municipio son irrisorias. En cambio, los estragos ambientales son incalculables, la explotación trajo consigo el deterioro del ecosistema, deforestación, el secamiento de los afluentes de agua; producto de las detonaciones, las aguas termales, su principal atractivo turístico, han dejado de proveer las piscinas o han bajado notoriamente su temperatura, debido posiblemente a la destrucción de los acuíferos que permitían la circulación del agua.
Sus pobladores, con el apoyo de sus vecinos, los de la gran provincia de Sugamuxi, han iniciado un proceso de reflexión y acción, un proceso por la defensa de sus recursos naturales, han dimensionado los altísimos costos ambientales, paisajísticos, sociales, culturales y económicos de la extracción minera, han acudido a sus autoridades administrativas municipales, a Corpoboyacá, a los organismos de control, sin obtener respuesta alguna, frente a las responsabilidades e incumplimientos de la Holcim.
La Mutinacional por su parte, niega cualquier responsabilidad sobre los daños ambientales, afirmando cumplir a cabalidad con el Plan de Manejo Ambiental, e insta a la comunidad a probar de manera técnica lo que se evidencia a simple vista. Hasta el momento ninguna entidad administrativa ha asumido investigación sobre las denuncias que posibiliten la verificación del manejo de la mina y los impactos sobre el territorio de Iza. De igual manera, la multinacional en cumplimiento de la denominada “Responsabilidad Social Corporativa” construyó un parque al lado de la montaña, eso sí, sobre los materiales que desecharon, un parque que casi nadie visita, además de sembrar uno que otro árbol no nativo.
Hoy, después de varias reuniones con la comunidad, con las veedurías ciudadanas de Sogamoso e Iza, organizaciones ambientales, con profesionales comprometidos con la defensa de los recursos naturales y con gente visitante, se evidenció la necesidad de la organización, de la formación y de sacar el conflicto de lo local. Para ello se conformó el Comité Regional de Defensa Ambiental: comienza entonces el camino por la defensa del territorio, de los recursos naturales, por el Cerro de Vita y porque este bello de lugar de Colombia, siga siendo conocido como “nido verde”, para que muchos podamos seguir disfrutando de sus paisajes, su gente y claro los postres que elaboran los fines de semana las familias Izanas.
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